Mi Reino no es de este mundo

Mensaje de Monseñor Víctor Hugo Palma, Obispo de la Diócesis de Escuintla

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Avanzamos también este domingo en el conocimiento de Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios: Él es profeta verdadero pero incomprendido, Él es el pastor infatigable movido por amor, y Él es quien nos nutre espiritualmente para darnos parte en su Reino: un reino diferente de los poderes del mundo.

La lectura del Evangelio, en este caso de San Juan que nos acompañará varios domingos en lugar del Evangelio según San Marcos, nos narra la maravillosa “multiplicación de los panes”. El evangelista no quiere maravillarnos, asombrarnos, como se suele hacer hoy con tantos milagros frabricados para hacer seguidores.

Su deseo es mostrarnos la compasión de Jesús por las gentes pobres que lo seguían sin comer, pero sobre todo San Juan quiere que “creamos en aquel que es el Pan de Vida” como se nos dirá en los domingos siguientes: por ello, aunque muchos deseaban llevárselo para proclamarlo rey, al final de la escena “se retiró a la montaña Él solo”.

¿Cómo comprender esa acción de Jesús?. Por una parte hemos de notar:

  1. Que Cristo es alguien más importante que el profeta Eliseo que, como dice la 1ª. lectura “también multiplicó los panes”: ya ese milgro preparaba a las gentes para recibir a Cristo, pero sin embargo no fue así: en un momento como veremos más adelante, todos lo abandonaron;
  2. Jesús “toma de lo poco que se pone a su disposición” por un joven que generosamente da sus cinco panes de cebada (como los de la 1ª. lectura) y sus dos peces: el Señor puede hacer grandes cosas cuando hay la disposición a ayudar a su Reino: San Pablo dice en la 2ª. lectura de la Carta a los Efesios: “Sean humildes y amables, sean comprensivos y sopórtense unos a otros… esfuércense un mantenerese unidos por el vínculo de la paz”. La comunidad cristiana, hoy puede revisar su compromiso de solidaridad para con los necesitados: el milagro de la multiplicación pero también el hecho de “recoger lo que que sobró” en doce canastos, nos invita a superar la cultura del “desechar o descartar” como nos dice el Papa Francisco;
  3. Pero sobre todo, Cristo pide que vayamos hacia Él mismo, que nos acerquemos a Él y no a las cosas que esperamos de Él. Por ello, tal y como lo respondió a Pilato en el tribunal de su juicio: “Su reino no es de este mundo”, no viene a ser una acción puramente solidaria como una ONG, sino que el Reino es Él mismo: reino de paz, de justicia, de perdón, de alegría auténtica.

Pidamos al Señor que “no se malentienda o se use mal” la Fe de los más pobres pues, aún en su necesidad recuerdan que “no solo de pan vive el hombre sino de la Palabra que sale de la boca de Dios” y Cristo es la Palabra Eterna que estaba con Dios (Juan 1, 1).

Él es la primera necesidad del corazón de la humanidad, y sólo encontrándole a Él podremos con más razón y más fuerzas a “colaborar para frenar todo tipo de hambre en el mundo”: hambre también de verdad, de honradez, de fraternidad, de alegría y vida verdaderas.

 

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma

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