Santa Juliana de Nicodemia fue una mártir cristiana que vivió en el siglo III en la ciudad de Nicodemia, actual Turquía. Según la tradición, Juliana era una joven noble que se convirtió al cristianismo y se negó a casarse con un hombre pagano que su padre había elegido para ella.
Debido a su firme fe, Juliana fue arrestada y sometida a terribles torturas por orden del gobernador romano Eleuterio. A pesar de los sufrimientos, ella se mantuvo inquebrantable en su creencia y se negó a renunciar a Jesucristo. Finalmente, Juliana fue decapitada, convirtiéndose en una mártir de la fe cristiana.
La Iglesia Católica reconoció la santidad de Juliana y la honra como patrona de las jóvenes solteras y de quienes sufren por defender su fe. Su fiesta se celebra el 16 de febrero, conmemorando el día de su martirio. Santa Juliana es un ejemplo de valentía, fortaleza y entrega a Dios, inspirando a los fieles a mantener su fe incluso ante la adversidad y la persecución.
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