Homilía 2o. Domingo T.Ordinario (17 enero 2016)

Este domingo la Palabra de Dios nos refleja desde la primera lectura la historia de Dios que nos mira siempre con amor y misericordia, tanto así como mira el novio a la novia o el esposo a la esposa, con una mirada de ternura y de amor.

De hecho, el amor de Dios se manifestó de tal manera, que quiso estar siempre cerca de nosotros, y por eso “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. De tal forma que ahora lo encontramos siempre cercano a nosotros.

Contrario a lo que Dios ha hecho, el hombre por su lado muchas veces vive su amor lejano, como lo muestra la siguiente historia: “una pareja que se casó, se amaban profundamente, pero él tuvo que emigrar al norte… le mandaba cada semana cartas y cartas… y ella le respondía semana tras semana… y sin embargo el tiempo y la distancia enfriaba cada vez más ese amor… tanto que al cabo de algunos años, el esposo recibió una carta donde ella le decía… -no me escribas más, porque encontré otro amor… un amor que sí está cerca, que viene frecuente a visitarme…  es “el cartero”.

Esta historia nos muestra cómo muchas veces los seres humanos nos equivocamos en el amor, porque pensamos que funciona solamente con cartas, con papeles, y sin embargo vemos que no es tan fácil, porque el amor siempre será cercano, y de esta manera es el amor de Dios, nunca lejano, sino cercano en la Eucaristía, porque la Palabra se hizo carne.

 Veamos ahora las lecturas de este domingo en su unidad:

Isaías 62, 1-5…EL ROSTRO DE DIOS… UN JOVEN ENAMORADO QUE TRANSFORMA LA VIDA DE SU AMADA PERO QUE ESTÁ CERCA: ¿Qué imagen de Dios tengo?… Hoy, Isaías nos presenta el rostro de Dios: un joven enamorado de su esposa. No un Dios exigente, justiciero y vengativo… sino un Dios que es amor… que nos ama… que se alegra de que seamos su pueblo…Por eso dice Isaías… ya no te llamarán abandonada… desolada… sino mi complacencia (favorita) y desposada (ligada)…En este año de la Misericordia… ¿percibo a Dios que ha tenido misericordia de mí? Puedo decir con Isaías estas palabras llenas de alegría: ¡como el esposo se alegra con la esposa… así se alegra Dios conmigo¡ De manera que por la elección de Dios, llega la transformar… el cambiar nuestra vida… te llamarán con un nombre nuevo… serás coronada fúlgida… diadema real…

I Corintios 12, 4-11: LA COMUNIDAD AMADA POR DIOS ES AGRACIADA CON EL ESPÍRITU SANTO Y SUS DONES: La comunidad que ha sido renovada y  amada por Dios, también es agraciada, adornada, con los dones del Espíritu Santo para el bien común… se mencionan el don de la sabiduría, de la ciencia, de la fe, el de las curaciones, el de hacer milagros, el de la profecía, el de discernir los espíritus, el don de lenguas, el de interpretarlas… pero es un solo Espíritu.

San Juan 2, 1-11: “El primer signo de Jesús, en Caná de Galilea” JESÚS EMPIEZA UNA NUEVA RELACIÓN DE AMOR CON NOSOTROS, SU PUEBLO… Jesús está en una boda, con María su madre. Lo cual nos indica que si el evangelio inicia con María y Jesús, siempre debemos estar cerca de María y Jesús, con tal razón podemos decir: a Jesús por María. En fin, María se da cuenta que falta el vino y le dice a Jesús: “Ya no tienen vino” palabras que demuestran la preocupación de una madre que busca lo mejor para sus hijos….Hoy hace falta también el vino del amor, de la alegría, de la paz, de la justicia… y María nuevamente intercediendo ante Jesús nos dice “Hagan lo que él les diga”…

María intercesora… “hagan lo que él les diga” como una invitación a relacionarnos con Cristo por la obediencia… una relación no por sentimentalismos como está de moda, sino por la fe y la obediencia de la escucha.

 Jesús inicia por María su camino salvador… Jesús no es indiferente… él se involucra en el problema, en nuestros problemas… Porque él es el novio del cual habla Isaías, transforma nuestras vidas…

 A lo largo del Año no nos olvidemos de María… ella está en el inicio de la vida de Jesús y estará también al final… en el Calvario… por eso digámosle: Ave María purísima…sin pecado concebida.

 

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