Homilía 3er. Domingo T. Ordinario (24 enero 2016)

La primera lectura de este domingo, tomada del libro de Nehemías, tiene dos invitaciones actuales:

  1. Nos invita a observar la centralidad de la Ley (Palabra de Dios) en la vida de los israelitas y cuestionarnos en el hoy propio sobre la centralidad que la Escritura tiene en nuestras vidas. El pueblo se reunía en torno a la Ley de Dios, la escuchan de forma atenta, con atención, incluso lloraban porque la habían perdido y perdiéndola se perdieron a sí mismos, y por tanto no la vivían.
  2. Nos invita a confiar en la Palabra que puede transformar nuestras vidas: Esa misma Palabra es la que hace festejar, llenarse de alegría, salir de la tristeza y del llanto, y celebrar porque el Señor en su Palabra es nuestra fuerza. Con razón el salmo de este día nos hará elevar al Señor: una confesión de fe: Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

De igual manera el santo Evangelio según san Lucas: (1, 1-4; 4, 14-21) presenta a Jesús en la sinagoga de Nazareth leyendo el libro del profeta Isaías; un episodio donde se muestra nuevamente la centralidad de Jesucristo Palabra de Dios. Hay algunos aspectos que nos iluminan:

  • Jesús es el hombre del Espíritu: Jesús ha leído y cumplido esa Palabra, porque en Él está el Espíritu y con razón ha dicho: ¡el Espíritu de Dios está sobre mí!.
  • Jesús es quien viene a liberarnos, salvarnos, sanarnos: si lo dejamos entrar a nuestras vidas él mismo puede cumplir tales proezas. Con razón decimos antes de recibirlo en la Eucaristía: ¡Señor yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme!
  • Jesús inaugura un tiempo nuevo, el año de gracia del Señor: los judíos cada 50 años vivían el año santo jubilar, un tiempo diferente marcado por la misericordia entre unos y otros y la misericordia de Dios a los hombres. Jesús es el tiempo nuevo, quien inaugura el tiempo de la misericordia, porque Él es el Rostro vivo de la misericordia del Padre. (MV 1).
  • Jesús es el cumplimiento de la Palabra: al finalizar Jesús dice: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”, porque Él es la Palabra que se hace carne. Es el “hoy” de la salvación de Dios, porque Dios nos salva cada día, hoy dirá Jesús ha entrado la salvación a esta casa (Lc 19,5.9).

VIVAMOS PUES DE LA PALABRA, ELLA ES ALIMENTO DEL ALMA

En nuestra vida personal, familiar y comunitaria, acerquémonos a la Palabra y preguntémonos:

  • ¿Tenemos la Palabra como el centro del hogar? ¿Qué es lo más importante en tu casa? Ojalá sea la Palabra. Pues para muchos es la Televisión, el dinero, el celular…
  • ¿leemos en familia la Palabra? ¿nos encontramos con Jesús en su Palabra? ¿Sabemos de memoria algunas parábolas o dichos de Jesús?

Se cree que el Camaleón, un animalito muy raro que cambia de colores, no tiene el sentido del oído, es sordo. Quizás habemos muchos cristianos de apellido camaleón, porque no escuchamos su palabra. ¿Cuánto tiempo el dedicamos a Dios y lo escuchamos en su Palabra? Por eso digamos juntos esta oración:

“Señor, que no seamos sordos a tu voz, María Santísima, mujer de la escucha atenta, sierva del buen oído, intercede por nosotros y haz que respondamos como tú: hágase en mí según tu Palabra! Amén.

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