Infinitamente sea alabado, mi Jesús Sacramentado

El domingo en la Parroquia de Nuestra Señora de Concepción,  como en cientos de miles de parroquias en todo el mundo, celebramos esta gran fiesta de Corpus Christi. Inició con la Santa Misa, donde el Obispo Victor Hugo Palma, nos invitó a reflexionar sobre la Solemnidad del Santísimo cuerpo y sangre de Cristo.

El Corpus Christi es la presencia viva de Dios Hijo entre nosotros y es algo que no puede pasar de ninguna forma desapercibido por todos los católicos. Basta ver la gran cantidad de personas que abarrotaron la Catedral de Escuintla, que con tanta fe y devoción, acuden al encuentro con Dios, a ofrecer sus penas, tristezas y alegrías. Cada uno con nuestras propias súplicas y agradecimientos, enteramente abandonados y entregados ante la presencia de Jesús Sacramentado.

Pero esta no es una procesión mas, esta es la mas grande e importante de todas las procesiones, porque Dios vivo está entre nosotros, caminamos a su lado y nos acompaña por las calles de nuestra ciudad. Al ver la gran cantidad de personas que acompañamos a Jesús Sacramentado, imagino que hace poco mas de dos mil años, era de la misma forma. Jesús caminando por las calles de los pueblos y grandes muchedumbres se agolpaban por acompañarlo, por querer estar a su lado, por escuchar su palabra y con la fe puesta en Él, desde el fondo del corazón, pedir su intervención para socorro de nuestras almas.

Y así sucedió nuevamente miles de años después, Jesús Eucaristía sale a las calles y el pueblo una vez mas, se ha volcado a seguirlo a acompañarlo, bajo el sol y el calor propio de esta tierra, sin importar nada mas que obtener el mejor lugar para estar a su lado, para escuchar su palabra, para ver la Hostia Consagrada y fundirse en una oración comunitaria, donde miles de voces alabamos y glorificamos a Dios entre nosotros.

Infinitamente sea alabado, mi Jesús Sacramentado.
Infinitamente sea alabado, mi Jesús Sacramentado.
Infinitamente sea alabado, mi Jesús Sacramentado.

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