Queridos Hermanos y Hermanas:
Luego de haber celebrado con tanta alegría el domingo del Buen Pastor, en este 5to. Domingo de Pascua la Palabra de Dios nos llama, como dice el Papa Francisco para este Año de la Misericordia, a “colocar de nuevo la viga central en la casa de la Iglesia”.
En efecto, las páginas de la Sagrada Escritura, comenzando por la primera lectura de Hechos de los Apóstoles, nos recuerdan que “el crecimiento de la Iglesia” en el mundo, no se debe a una fuerza del “proselitismo” es decir, a la intención de “aumentar miembros para la comunidad” como lamentablemente sucede en las sectas que hacen de la Fe un negocio. No, la Iglesia ha vivido desde el inicio “la misión de la misericordia” llevando a todos los pueblos el Evangelio de la caridad, de la fraternidad.
Hoy, se nos narra cómo los apóstoles no eran hombres solitarios o grandes predicadores, sino parte de una verdadera comunidad fraterna donde todos ayudaban a la evangelización, ¡vivamos también nosotros la misión de la caridad, de la misericordia, para que el mundo crea en verdad en Jesucristo el Señor!.
Hace muchos siglos el autor cristiano Tertuliano indicaba que el mejor argumento para la Evangelización es precisamente aquel “Miren cómo se aman” que los paganos exclamaban ante el modo de vida fraterno de los primeros cristianos.
Pero es el Evangelio el que nos lleva de nuevo a la sala de la Cena donde Jesús “deja el mandamiento nuevo”, es decir el mandamiento central y, por decirlo así, la “viga central del edificio de la Iglesia”: “Que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”.
No se trata de un mandamiento que no tenga el maravilloso ejemplo del mismo Señor Jesús: ¡Dios nos invita a la misericordia, pues él mismo la realiza en nosotros!.
Ojalá que este domingo reflexionemos que tantas veces la Iglesia parece llena de muchas cosas que en el fondo no son el “amor concreto”, recordémoslo en este Año de la Misericordia y reorientemos nuestra vida cristiana en familia, en comunidad, en todos y cada uno de los grupos eclesiales.
Saludo con aprecio al Gran Cenáculo Diocesano de Agentes que se realizará en San Vicente Pacaya; ¡que cada agente de pastoral sea mensajero del mandamiento del amor mediante su propio testimonio!
De modo que hagamos creíble la Buena Nueva en una sociedad que tiende a la venganza, a la violencia, a confundir la fe con sentimiento que no se hacen concretos en las obras de misericordia corporales y espirituales, ¡que el ejemplo del Santo Hermano Pedro llamado “el hombre que fue misericordia”, nos lleve a vivir como lo principal de la comunidad: la caridad.
Dios mismo es amor (cfr. 1Jn 4,8) y ya lo dice el Apóstol Pablo: “Pasarán las lenguas, se terminará la profecía, pero solo el amor vivirá para siempre” (1Co 13,2ss).
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