¡Recibamos la misión, vivamos la misión!

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo la Palabra de Dios nos recuerda una de las definiciones más hermosas de la Iglesia: confesamos en el Credo, creo en la Iglesia una, santa, católica y apostólica. «Apostólica» quiere decir que está fundada en Cristo, piedra angular (cfr. Salmo 117) y en el testimonio de aquellos «enviados del Señor» (apóstol quiere decir «enviado»). ¡Cuidado con los «falsos apóstoles» que pretenden ser enviados y causan la división de los cristianos (mormones, testigos de Jehová, etc.). Cristo es el «enviado del Padre» y manda a sus mensajeros, por lo que hoy se nos invita:

  1. A recibir y apoyar la misión de la Iglesia: en la primera lectura una mujer de Sunem, cuyo nombre no conocemos pero cuyo ejemplo quedará para siempre escrito, recibía en su casa al profeta Eliseo, llegando a construirle una habitación, el Señor viendo  esa acción, la premia con el hijo que le faltaba, ¡recibamos nosotros también a los misioneros auténticos y el Señor que todo lo ve, nos bendecirá como Él sabe hacerlo, siempre en abundancia!;
  2. Pero es Jesús en el Evangelio quien amplia la enseñanza sobre la misión. Ante todo, hay que dejarlo todo para ir por el mundo llevando la Buena Nueva (Mt 28, 16-20), para ello hemos de estar dispuestos a la renuncia no solo a los bienes materiales, proyectos personales sino también a cualquier «afecto que tenga el primer lugar en nuestro corazón». El Señor habla de «no amar a los padres más que a Él» y sin duda Él no está contra la importancia tan grande la Familia, pero Él mismo nos dio el ejemplo de «venir hasta nosotros y hacerse siervo humilde» y solo después, volver a la gloria del Padre (Jn 17, 1ss), ¡animemos a todos aquellos que sienten el llamado a la misión, a la consagración a la vida sacerdotal o religiosa!; ellos llevan ya con su forma de vida el anuncio del Evangelio y el cumplimiento del primer mandamiento, amar a Dios sobre todas las cosas;
  3. Pero el Señor nos invita hoy a recibir a los profetas, a los misioneros. Parece increíble, pero en ocasiones nuestros corazones están cerrados porque los enviados del Señor nos parecen o muy humildes o imperfectos, ¡el Señor escoge alo pobre del mundo y lo que no es, para confundir a lo que es! (1Co 1, 26)

Que importante es que en cada Parroquia y comunidad cristiana católica haya «verdaderos misioneros» no proselitistas «toca puertas» como los ya mencionados de las sectas que incluso recurren a la amenaza para que los pobres o enfermos «acepten a Cristo». Son pues «lobos en piel de oveja» que incesantemente abordan hospitales, cárceles, hogares, buses, etc., para confundir con una predicación que lleva a una grupo donde «falta la Eucaristía» verdadero pan del cielo y alimento de vida eterna (Jn 6, 54-56).

Vivamos siempre el ser «una Iglesia en salida» como nos pide el Papa Francisco y tengamos suficiente don de discernimiento sabiduría del Espíritu Santo ante tantos falsos misioneros, mientras que por otra parte, no dejemos de llevar a todos el anuncio de la Buena Nueva auténtica y el Señor, que conoce nuestros corazones, nos dará la recompensa de la Vida como hizo con aquella mujer que abrió su corazón y su casa al profeta Eliseo.

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma

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