¡Todos somos enviados a llevar la Buena Nueva!

Queridos hermanos:

En continuidad con el domingo anterior, el mensaje de la Palabra de Dios nos recuerda hoy que “todos somos enviados a llevar la Buena Nueva de la salvación a nuestros hermanos, al mundo entero”.

Esta es una verdad fundamental de la vida cristiana: desde el Bautismo somos “misioneros” heraldos de la mejor noticia; “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo” (Jn 3, 14-16). Sin embargo, “sentirse misionero” es lo menos común que sucede: casi siempre pensamos que ellos corresponde solo a los sacerdotes, a las religiosas o a algunos grupos de laicos, cuando en verdad –como ya lo dijimos- es una “cualidad de todo Bautizado” nos ha recordado recientemente el Papa Francisco.

Es así que la primera lectura presenta el testimonio de Amós (cuyo nombre significa “El Señor fortalece”), se trata de un pastor de ovejas y cultivador de higos que “es enviado a advertir al reino de Israel de su mala conducta”. En su tiempo, un profeta se dedicaba a ellos “como profesiòn”; eran aquellos “falsos profetas que decían a reyes y pueblo, no la verdad, sino lo que querìan escuchar”.

Por ello dice Amós que no es profeta ni hijo de profeta, sino que uno que “obedece a Dios” como quien “escucha al león debe profetizar”. ¡Evitemos escuchar a aquellos falsos profetas actuales que han hecho de la Palabra de Dios y de la misión una falsedad de prosperidad, de desprecio a la Fe Católica, de proselitismo!.

Es en el Evangelio donde Jesús “envía a la misiòn” con palabras que son válidas siempre y para todos:

  1. Se trata de ir llevando un mensaje que  no nos pertenece, pues la salvación “viene por la escucha” (Rm 10,17) pero el contenido de la Buena Nueva es solo del Señor; ¡evitemos apropiarnos del mensaje cambiándolo con nuestros intereses o ideologías, o con lo que “nos hace quedar bien con el mundo que gusta de escuchar que todo va bien, mientras practica la injusticia, la insolidaridad, la indiferencia!
  2. Se trata de una misión urgente, pues el mundo se encuentra “como un hospital de guerra” con muchas situaciones de destrucción de lo humano: guerras movidas por el materialismo, propuesta del crimen del aborto, incremento de la indiferencia, desprecio a los migrantes, a los que “se descartan” por su pobreza y pequeñez. Un mundo al que ir “pronto” sin ponerse a pensar en los medios, en las cosas que hay que llevar, pues postergar el anuncio es un “pecado de omisión”
  3. Hay que ir pues con la sencillez de Jesús, con lo esencial materialmente hablando y con una gran confianza en Dios Padre;
  4. Ir en fin, no forzando con emocionalismos o amenazas cómo hacen las sectas fundamentalistas nacidas del Protestantismo, sino con la actitud de misericordia, invitando a una opción seria por los caminos del Señor, por el Señor mismo
  5. Ir en fin, recordando como lo dice en la segunda lectura, tan bellamente San Pablo en la Carta a los Efesios: “Porque Dios nos ha elegido desde siempre” y la Fe cristiana y católica no es una casualidad, una ocurrencia, una costumbre, sino parte amorosa de un “plan divino para que seamos de nuevo hijos de Dios”.

A un mes  y cinco días de la tragedia del Volcán de Fuego, en la Diócesis de Escuintla agradecemos a todos los que han comprendido la Buena Nueva, ella consiste en vivir el amor a nuestros hermanos, especialmente al más necesitado, es dar esperanza donde es difìcil creen en la misericordia divina: ¡vayamos y llevemos todos el anuncio del Evangelio a los más necesitados!”

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma

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