San Félix de Nola fue un sacerdote y mártir cristiano que vivió en el siglo III en la ciudad de Nola, cerca de Nápoles, Italia. Nacido en una familia noble, Félix se destacó desde joven por su profunda fe y su entrega al servicio de la Iglesia.
Durante la persecución de los cristianos ordenada por el emperador Decio, Félix fue arrestado y encarcelado por negarse a renunciar a su fe. Ante las torturas y amenazas, Félix mantuvo firme su convicción cristiana, declarando su lealtad a Jesucristo. Finalmente, fue condenado a muerte y ejecutado en el año 250.
La valentía y el heroísmo de Félix en defender su fe hasta el martirio lo convirtieron en un símbolo de la resistencia cristiana frente a la opresión. Después de su muerte, su tumba en Nola se convirtió en un importante lugar de peregrinación, donde los fieles acudían en busca de su intercesión y protección. La Iglesia lo honra como uno de los primeros mártires de la era de las persecuciones y celebra su fiesta el 14 de enero.
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