Siempre que comienza un campeonato de cualquier deporte, se escuchan frases como: «Rezo todos los días el Rosario, para que mi equipo gane», «Decidí no comer carne durante el campeonato, ofreciendolo por el equipo», «Necesitamos hacer una jornada de oración para ganar»…
Son muchas las oraciones (y hasta «simpatías») que las personas hacen, con la esperanza de que su equipo venza una competición. Un niño de nueve años, hace una pregunta, que resume lo anterior con esta cuestión: «¿puedo rezar para que mi equipo gane?, ¿si Dios puede todo, Él puede hacer que mi equipo gane el torneo?.
Para responder, es necesario primeramente, definir qué es la oración. El Catecismo de la Iglesia Católica en el Catecismo de la Iglesia Católica No. 2259, nos enseña que «la oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes».
Podríamos decir también, que es un encuentro con el Señor, en el cual escuchamos, alabamos, pedimo, compartimos con Él nuestras cosas, como con un amigo, como con un padre. Comprendiendo eso, podemos responder una pequeñas preguntas que nos ayudarán a entender el plano de fondo de la cuestión.
¿Será que existen otras realidades a Dios, como por ejemplo, los deportes? Dios es el creador de todo lo que existe y por eso mismo, no existe otra realidad alguna a Él. En el caso de las actividades humanas, no hay nada que sea indiferente para Dios, porque Él se interesa por todos nosotros y por todo lo que hacemos.
Por eso mismo, Dios se interesa no solamente por los deportes, sino también por el ocio, por la economía, por la vida en familia, por la diversión, por el cine, por los paseos, etc.
Si el deporte no es ajeno a Dios, ¿Él puede querer que un equipo gane y otro no?, dentro del plano del amor de Dios, nada es indiferente. Pero también es necesario entender que los deportes son actividades humanas, realizadas por personas libres. Por eso, Dios considera muchas cosas en su plan de amor. Él actúa a través de personas libres, que pueden seguir sus planes o no.
¿Esto quiere decir entonces, que las victorias de fútbol no dependen de Dios?, el técnico Johan Cruyff decía que no creía eso, porque según él, «los veintidós jugadores hacen la señal de la cruz al entrar en el campo; si eso funcionara, siempre daría empate». Dios dio diferentes dones a cada persona y depende de nosotros utilizarlos de la mejor manera.
A la luz de eso, llama la atención la opinión de Carlo Ancelotti, técnico católico, que acostumbraba afirmar que nunca rezaba antes de un juego, pues «Dios tiene cosas mas importantes para hacer. Esto aquí es un juego y depende de nosotros; si entrenamos bien, seguramente todo saldrá conforme lo previsto. Pero vamos a dejar que Dios atienda otras prioridades. Yo creo en Él y rezo diariamente por las cosas que suceden a mi alrededor, pero no por el fútbol».
El teólogo deportista Tomás Bolaños, recomendaba que rezáramos por cada jugador, para que fuese una mejor persona, para que el Señor lo ayudase a conservar su salud, para que lo ayudase a evitar sesiones, para que se inspirara a esforzarse siempre al máximo. Pero decía que, para la victoria, era necesario entrenar y jugar bien.
Entonces, respondiendo a la pregunta inicial, ¿puedo rezar para que mi equipo gane?, cada uno es libre para rezar por lo que quiera a Dios, pero es necesario recordar que Dios quiere, sobre todo, nuestro bien eterno, nuestra propia santidad y Él atenderá nuestras súplicas en busca de nuestra salvación personal y comunitaria. Sólo Él sabe que es lo mejor para nosotros y en esa medida, nos responderá a nuestras oraciones.
Si crees que tu equipo va a ganar porque tiene a una persona rezando por él, con seguridad conoces muy poco sobre la acción de Dios. Y prácticamente nada sobre fútbol.
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Artículo basado en el texto publicado en Aleteia.
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