San Pablo Miki y compañeros fueron un grupo de 26 mártires cristianos que sufrieron el martirio en Japón en el año 1597. Entre ellos se encontraban tres jesuitas, seis franciscanos y 17 laicos, incluyendo a San Pablo Miki, un joven japonés que se había convertido al cristianismo.
Estos mártires fueron crucificados en Nagasaki por orden del shogunato japonés, que en ese momento perseguía y prohibía la práctica del cristianismo en el país. A pesar de los tormentos, los mártires mantuvieron su fe y perdonaron a sus verdugos, convirtiéndose en un poderoso testimonio de la fortaleza de la fe cristiana.
La Iglesia Católica reconoció el heroísmo de estos mártires y los canonizó en 1862. Desde entonces, San Pablo Miki y compañeros son venerados como patronos de Japón y de las misiones católicas en ese país. Su fiesta se celebra el 6 de febrero, conmemorando el día de su martirio. Estos santos mártires son un ejemplo de valentía, perdón y entrega a Dios, inspirando a los fieles a mantener su fe incluso en los momentos más difíciles.
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