La muerte genera incertidumbre y temores, pero si la comprendemos de forma cristiana, podremos enfrentarla con esperanza en las promesas de Dios.
La muerte asusta a todos nosotros: vernos indefensos y frágiles delante de ella, genera incertidumbre, preguntas, malestar. En vez de huir del tema, vale la pena entender el verdadero sentido de la muerte y para eso, podemos recordar los siguientes aspectos, que nos ayudarán a tener una visión cristiana de esta realidad:
1- Recurrir a los sacramentos: unción de los enfermos, confesión y comunión.
Cuando el momento se aproxima, es necesario procurar dejar este mundo, libre de pesos y pecados, recibir la unción de los enfermos, confesarse y comulgar. Además, la esperanza del encuentro con Cristo, el Buen Pastor, nos confortará. Si algún conocido estuviera en esta situación, podemos ayudarlo buscando a un Sacerdote para que lo visite.
2- Comprender que la muerte es un acto liberador
Jesús nos quiso liberar con amor y entrega. Él venció la muerte y nosotros podemos prepararnos para ella, comprendiendo que un ciclo terreno termina y comienza el tiempo de la gracia al lado de Dios. Vale la pena recordar siempre, que la muerte y resurrección del Señor, nos permite compartir la vida eterna con Él.
3- Entender que la muerte no es un castigo, es la entrada de la vida eterna
La muerte entró en el mundo para purificar el pecado que heredamos de nuestros primeros padres. Será el momento de presentar cuentas a Dios, que nos ama infinitamente. Nuestra esperanza y alegría es Cristo, que nos salvó. La muerte nos abrirá las puertas para la felicidad sin fin.
4- Conservemos con amor, el recuerdo de las personas queridas que partieron
A pesar de que no están físicamente con nosotros, todas sus enseñanzas y sus momentos compartidos, continúan vivos en nuestros corazones. Honremos siempre su memoria, como un tesoro precioso que nos acompañará durante toda la vida.
5- Acompañar, aconsejar y ayudar a los familiares de quienes partieron
Cuando perdemos a alguien, es común refugiarnos en la soledad, en las lágrimas, en el silencio, en la depresión. Nuestra tarea cristiana, es acompañar a las personas que pasaron por esto, recordando todo lo que la persona fallecida hizo de bien, a lo largo de su vida y que su muerte no es un fin, es una continuidad en el amor de Dios.
6- Buscar ayuda espiritual
Cuando el dolor, quiere apoderarse de nosotros, es necesario evitar las depresiones prolongadas. Se es muy difícil superar el luto, busquemos ayuda en un Sacerdote o director espiritual, para recordar las razones de nuestra esperanza cristiana.
7- Evitar hablar de dinero y herencia en la fase de luto
Todo tiene su momento y es necesario evitar posibles peleas familiares, en las fases más sensibles y dolorosas. Busquemos, en primer lugar, las cosas del cielo, no las cosas de la tierra.
8- Donar las pertenencias del fallecido
Donar las pertenencias (especialmente la ropa), de la persona fallecida, es una obra de caridad, es una manera de vivir las obras de misericordia y prolongar el bien que la persona hizo en vida. Además de eso, el contacto con las pertenencias quien partió, puede prolongar nuestro dolor.
9- Evitar prácticas supersticiosas o espiritistas para disminuir nuestro dolor
Algunas funerarias, con visión de lucro, ofrecen rituales que no son compatibles con la verdadera vida cristiana. Y la tentación de recurrir a prácticas de espiritismo, para tener un supuesto contacto con el fallecido, también puede ser fuerte. Pero el dolor no nos puede desviar de nuestra fe, y nuestra confianza debe estar siempre puesta en Dios, en su gracia y en sus promesas.
10- Orar por el eterno descanso de quien partió
Este es el mayor acto de amor que podemos tener con nuestro ser querido. Ofrecer oraciones y misas por los difuntos es algo que sólo nosotros podemos hacer. Estas oraciones nos confortaran y ayudarán a los difuntos en su camino de purificación al purgatorio.
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