Misericordia y Gratitud

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy la Palabra de Dios nos indica la importantísima relación entre Misericordia y Gratitud: el reconocer la acción de Dios en nuestras vidas, en cualquiera de las formas que tenga esa acción, debe llevarnos a la “acción de gracias”.

De hecho la celebración de la Eucaristía es el momento más importante de nuestra semana: si pedimos al Señor, si imploramos su cuidado y sus dones, el domingo “agradecemos nuestra salvación en Cristo” y nos preparamos para proyectar nuestra gratitud en acciones de misericordia a nuestros hermanos.

Hoy, dos personajes “extraños a la fe de Israel” dos hombres golpeados por la terrible enfermedad de la lepra, pero capaces de “agradecer” su curación, son modelo para los discípulos de Cristo:

  1. Naamán el sirio, hombre poderoso en todo pero incapaz ante el mal de la lepra, tiene la humildad de “bañarse en el Jordán” siete veces: una vez curado, lleva tierra israelita para hacer un monumento de testimonio al favor recibido de Dios: ¡cuántas personas, siempre las más sencillas, saben agradecer, y cuántos somos ciegos a los muchos favores cotidianos del Señor, que ni siquiera los mencionamos ante nuestros amigos  y conocidos!;
  2. El samaritano, uno de los curados por Jesús también del mal de la lepra, es el único que “vuelve para agradecer”. Ante todo recordemos que si el Señor actuó aquella curación, fue porque tuvo misericordia de aquellos enfermos del mal tan terrible.

Como lo dice el Papa Francisco: “Dios muestra su grandeza, su poder, en su misericordia”: ¡que diferencia con aquellos fabricantes de milagros en las sectas que se tienen por poderosos obradores de prodigios en el nombre de Dios!.

Recordemos también que Jesús nunca estuvo “contra los sacerdotes y el culto” como falsamente dice el Protestantismo: los envía a “ofrecer el sacrificio de testimonio”. Pero tengamos presente sobre todo la humildad y gratitud de “un samaritano” que una vez curado recibe una segunda liberación: el Señor le dice “Levántate  y vete, tu fe te ha salvado”.

Pidamos al Señor “espíritu de gratitud”: “aprendamos a agradecer y nuestra vida cambiará”, se iluminará pues en lugar del “resentimiento por lo que no hemos recibido” viviremos cada día el gozo que expresa el Salmo responsorial de hoy: “El Señor nos ha mostrado su  amor y su lealtad”.

Que la oración del Santo Rosario sea parte de nuestra acción de gracias “en espíritu de María” agradecida porque el Señor “se fijó en la humildad de su esclava” y pidamos para que el crimen del aborto, siempre en peligro de considerarse un “derecho contra la vida” se transforme en gratitud por el don de esa vida, sobre todo en los no nacidos,  verdadera presencia del Señor entre nosotros.

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma


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