Monseñor Víctor Hugo Palma - Obispo de Escuintla

¡Llamados a la transfiguración con Cristo!

Queridos hermanos y hermanas:

La hermosa Fiesta de hoy, nos llena de gozo y esperanza, el Señor Jesús en el camino hacia Jerusalén donde cumplirá la voluntad del Padre entregándose a la cruz por nosotros, hoy se detiene en ese camino y “muestras su gloria” a sus discípulos, para animarlos a seguirle y vivir con él el camino que pasa por la cruz y llega a la gloria: ¡gracias, Señor, pues nos llevas al monte Tabor y animas nuestra Fe para acompañarte en el monte Calvario!.

La primera lectura muestra la figura de Abraham como un “obediente caminante, un oyente de la voz de Dios”. Abraham emprende un camino de Fe: sale de su tierra a una edad y en una situación todo menos que favorable, precariedad o pobreza, esterilidad y ancianidad. Su corazón sin embargo está puesto en la promesa del Señor: ¡salgamos también nosotros al escuchar la llamada del Señor, de él depende un futuro nuevo, que alcanzaremos si perseveramos caminando de la oscuridad a la luz!. Y Abraham como todos sabemos, llegó a ser el padre en la Fe, el patriarca del pueblo elegido, se transfiguró por medio de la obediencia.

En el Evangelio, Jesús llama a un grupo de discípulos que “pasarán pruebas tremendas: Pedro, que será cabeza visible de la Iglesia, Santiago el primer mártir del grupo de los doce, Juan que vivirá una larga vida marcada por la persecución.

Aquellos a los que Jesús elige les marca un camino que no es el “falso reino de prosperidad y enriquecimiento al que invitan las sectas”. Por ello, se transfigura, muestra su gloria y dos testigos muy autorizados, Elías y Moisés dan fe de su misión para salvar el mundo.

En el detalle del relato sobresale no solo su rostro que se muestra “luminoso” como el de Moisés cuando desciende del monte Sinaí, resalta su vestido “blanquísimo” del color que significa el triunfo de la vida sobre la muerte, el color de la resurrección, como tantas veces lo menciona el libro del Apocalipsis: “El caballo blanco era guiado por un jinete llamado Fiel” (Ap 19,11), es el color de los que han “blanqueado sus vestidos en la sangre del Cordero” (Ap  7,14), ¡el Señor nos muestra que el camino a la gloria pasa por el amor llevado hasta la cruz!.

Y es la figura de Pedro –quien quería hacer tres chozas en el monte- quien recibe la enseñanza más fuerte: se debe seguir al Señor glorioso, bajando a Jerusalén con él. Sabemos que  Pedro negó allá al Señor, pero que, como lo dice en la segunda lectura, nunca olvidó la voz del Padre que le indicaba “escuchar su Hijo amado”, es decir, seguirle hasta la entrega de la vida como al final sucedió como bien sabemos, en la vida de Pedro.

Hermanos, también nosotros estamos llamados a la “transfiguración” a una nueva vida de gloria, pero ello no ocurrirá sino cuando el amor “nos transfigure” nos enseña el Papa Francisco. Cuando “mostremos también en nuestra pobre condición humana” la vocación  a la paz, la vida, el perdón, la justicia, el amor.

Que María Santísima, transfigurada ella también desde el dolor del Calvario a su Asunción, celebrada este mes, nos inspire para seguir de cerca de su Hijo hoy Transfigurado. Amén.

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma


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