Escapulario

Mensaje de Monseñor Víctor Hugo Palma, Obispo de la Diócesis de Escuintla

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Al acercarse el 16 de julio, día de nuestra Señora del Carmen, quiero meditar con ustedes brevemente la belleza de esta devoción mariana, muy arraigada en nuestra patria, junto a la devoción del Escapulario.

Nuestra Diócesis de Escuintla tiene una gran extensión de mar, mucha gente de Escuintla vive de la pesca y del turismo que el mar genera. Hace unos días estuvimos en el Puerto de San José recordando al inolvidable Padre José Lodetti quien promovió mucho la devoción a María Estrella del Mar. De hecho  todas las mañanas el Padre Lodetti iba al mar a rezar y le rezaba a Nuestra Señora pidiendo por los pescadores, pidiendo por su Parroquia.

Desde hace mucho tiempo se ha promovido en toda la Iglesia la devoción a Nuestra Señora del Carmen, conocida también como la «La Estrella del Mar». Como los antiguos marineros, que leían las estrellas para marcar su rumbo en el océano, María como estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles del mundo, hacia el puerto seguro que es Cristo.

Junto a la devoción a Nuestra Señora del Carmen está la bellísima devoción del Escapulario. He recomendado vivamente a los sacerdotes de nuestra Diócesis, que durante este mes de julio promuevan la bella devoción del Escapulario.

El Escapulario, más que un adorno que llevamos en el pecho, es una señal de su compromiso de vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo de la Virgen Santísima y el signo del amor y la protección maternal de María, que envuelve a sus devotos en su manto, como lo hizo con Jesús al nacer, como Madre que cobija a sus hijos.

Cubrió Dios con un manto a Adán y Eva después del pecado; Jonatán dio su manto a David en señal de su amistad y Elías le dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida. San Pablo nos dice que nos revistamos de Cristo, con el vestido de sus virtudes.

El Escapulario es el signo de que pertenecemos a María como sus hijos escogidos, consagrados y entregados a ella, para dejarlos guiar, enseñar, moldear por Ella y  en su corazón.

En 1950 el Papa Pío XII escribió «que el Escapulario sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos».

Quien usa el escapulario debe ser consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos, palabras y obras. Dice Jesús: «Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera». (Mt 11:29). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar, pero que María nos ayuda a llevar.

El Escapulario es un signo de nuestra identidad como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente nuestro bautismo. representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor.

Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia a la Madre y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre.

Pidiendo a Dios que derrame abundantes gracias y bendiciones sobre los que practiquen la devoción al Escapulario, me encomiendo a sus oraciones y les envío mi bendición paternal:

Monseñor Víctor Hugo Palma


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