Queridos Hermanos:
Se nos presenta hoy en la Palabra de Dios una hermosa y “urgente invitación”: ¡pensemos bien dónde nos encontramos a casa del pecado, y volvamos pronto a la casa del Padre de Misericordia!.
En la misma línea de los domingos anteriores que nos llamaban a “reflexionar, discernir y ser sabios” hoy meditamos sobre un paso que no es tan fácil si no contemplamos, a veces con pena y dolor, todo lo que hemos perdido “alejándonos de Dios”.
La primera lectura nos habla precisamente del rostro verdadero de Dios: ante la falta de idolatría de Israel y pudiendo castigar con la muerte dicho pecado, Dios escucha la intercesión de Moisés y “se arrepiente” dando a su pueblo otra oportunidad.
En realidad, el lenguaje de la Biblia es muy cercano a nuestra comprensión: el que Dios “se arrepienta” no quiere decir que decido algo hoy y otra cosa será mañana, ¡se nos revela su amor, siempre más grande que nuestras culpas!.
Es así como el salmo 50, que es una expresión de “profundo arrepentimiento” tiene como antífona las palabras del joven “hijo pródigo” que decide volver a Dios. Es David -en este salmo 50– quien expresa su dolor pero también su confianza en la misericordia divina.
El mismo Pablo en la Primera Carta a Timoteo dice de sí mismo “haber sido alcanzado, tocado por el perdón divino”. Es importante recordar que muchas veces, aunque hemos sido perdonados, tendemos a ver un rostro de Dios a nuestro estilo personal, sin capacidad de perdón, deseando tantas veces justicia, cuando en el fondo deseamos la venganza.
Y finalmente, la maravillosa parábola que Papa Francisco llama “del padre pródigo o rico en perdón” colocar ante nosotros el ejemplo del joven alejado de la casa paterna, que lo ha perdido todo, pero aún puede “reflexionar, discernir” y tener la voluntad dar el primer paso a la salvación de su vida: ¡no dejar para más tarde, sino volver hoy mismo a la casa del Padre!.
Invoquemos la luz el Espíritu Santo para “reflexionar y decidirnos nosotros también, hoy y no mañana que puede ser muy tarde, a regresar al amor de Dios y encontrar su perdón.
Que la Virgen Dolorosa interceda hoy por Guatemala en sus Fiestas Patrias, para que no falte a nadie la verdadera sabiduría, dejando el mal y la muerte, volvernos hacia Aquel que nos espera para vivir una “Guatemala distinta” en el gozo de la vida nueva en Jesucristo.
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