Queridos hermanos y hermanas:
La Palabra de Dios en este tiempo de conversión, continúa presentado “fuertes llamadas a vivir la vida nueva en Cristo”: al igual que el domingo pasado podíamos centrar nuestra atención en aquella mujer que “deseaba la vida verdadera, como quien busca agua viva” y la encuentra en el “profeta sentado junto al pozo de Jacob” ahora el personaje central es “el ciego de nacimiento” que, aún sin verlo, encontrará en el Señor a “la Palabra en la que está la vida y que ilumina todo hombre que viene a este mundo”.
Enseñanzas importantes en este domingo son:
- La situación de la humanidad simbolizada en aquel hombre, cuyo nombre no conocemos, pero que significa a “todo hombre”: su ceguera es física pero se refiere a Humanidad que por el pecado “está en las tinieblas”, la Humanidad que ha perdido espiritualmente lo primero que Dios creó cuando dijo el primer día de la creación “Hágase la luz”(Gen 1, 3). ¡reconozcamos nosotros que estamos en tinieblas de muerte debido a nuestros pecados y en el fondo deseamos volver a la luz!;
- El encuentro con Cristo es imagen de nuestro bautismo: Él toma barro y lo pone en los ojos de aquel ciego –como cuando Dios hizo al hombre de barro- y la manda a “lavarse en la piscina del Enviado”: ¡una referencia a nuestro bautismo, donde hemos sido lavados de lo que nos apartaba de la luz, el pecado original!. De hecho aquella vela que se entrega al bautizado –como se hará en la noche de la Vigilia a los catecúmenos- es un indicativo de que “debemos caminar constantemente en la luz”, pues no somos hijos de las tinieblas sino de la luz, el Reino al que nos ha trasladado el Señor mediante la resurrección de Cristo, nos dice San Pablo en la segunda lectura.
En otras palabras, Cuaresma es un camino “hacia la luz Pascual” mediante el rechazo del vicio, la mentira, la corrupción y sobre todo el materialismo que nos “hace ciegos e impide ver al hermano” nos dice el Papa Francisco en su Mensaje de Cuaresma 2017.
La maravillosa historia del ciego de nacimiento sigue adelante: será expulsado del “rebaño de Israel” y ahora tendrá un “pastor nuevo”: alguien desconocido como lo era David en la primera lectura.
Por ello el salmo 23 de este domingo puede ser la expresión profunda del que fue ciego:” El Señor es mi pastor… aunque pase por valle de tinieblas no temeré”.
Oremos por la conversión en familia, en sociedad de todos los que “adoran las tinieblas” y provocan en Escuintla los males de la extorsión, el asalto, la promoción del alcoholismo, la prostitución, el asalto.
Danos Señor, la capacidad de seguir a Cristo “Luz del mundo” para ser también según nuestra vocación, luz del mundo que no puede ocultarse sino ponerse en alto para que “ilumine a toda la casa” (Mt 5, 8ss).
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