En la liturgia católica, uno de los signos que la enriquecen, son los colores. Estos colores van cambiando a lo largo del año litúrgico, marcando el tiempo que vivimos en cada una de nuestras celebraciones. Con el cambio de color, cambia también las lecturas, los adornos, el mobiliario y la liturgia en general.
Son cinco colores los que se usan y van desde el que se usa sólo dos veces al año, hasta el que se usa por muchos meses. Cada color tiene un significado y expresa un signo diferente en la liturgia. Más comúnmente lo podemos apreciar, en las vestiduras que usa el sacerdote durante la Eucaristía, aunque si observamos bien, lo podremos apreciar en los otros detalles que acompañan las distintas celebraciones.
El verde se utiliza durante el tiempo ordinario y es el que más tiempo vemos durante el año litúrgico, simboliza la esperanza.
El blanco o dorado, lo vemos de forma intermitente a lo largo del año y es usado en las fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, de María Santísima y de los Santos que no han sido mártires. Simboliza la gloria, la inocencia y la pureza del alma.
El rojo, también lo vemos de forma intermitente y es usado durante la solemnidad de Pentecostés, las fiestas de los Apóstoles y las de los Santos mártires. Simboliza el fuego de la caridad y la sangre de Cristo.
El morado, se utiliza en los tiempos fuertes, Adviento y Cuaresma y en las Misas de difuntos. Simboliza humildad y penitencia.
El rosado, es utilizado únicamente dos días al año, el tercer domingo de Adviento (gaudete) y el cuarto domingo de Cuaresma (Laetare). Simboliza la alegría y el amor.
Vivamos cada tiempo litúrgico, con atención en los detalles, en la liturgia católica nada está al azar, incluso los colores tienen mucho que decirnos.
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