San Casimiro fue un príncipe polaco que vivió entre 1458 y 1484. Nació en Cracovia, hijo del rey Casimiro IV de Polonia y de la reina Isabel de Austria. Desde muy joven mostró una gran devoción religiosa y un profundo compromiso con los pobres y necesitados.
A los 14 años, Casimiro rechazó la corona de Hungría que le ofrecían, prefiriendo dedicar su vida al servicio de Dios. Llevó una vida de oración, ayuno y penitencia, destacando por su humildad y caridad. Fue un gran devoto de la Virgen María y promovió la devoción al Santísimo Sacramento. Murió a los 25 años, dejando una gran reputación de santidad.
Tras su muerte, Casimiro fue rápidamente venerado como santo por el pueblo polaco. Fue canonizado en 1521 por el Papa León X. Es el patrón de Lituania, Polonia y de la juventud. Sus restos mortales se conservan en la Catedral de Vilna, en Lituania. San Casimiro es recordado como un modelo de virtud cristiana, especialmente por su pureza, piedad y amor a los más desfavorecidos.
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