La conversión de San Pablo es uno de los acontecimientos más significativos en la historia del cristianismo. Saulo, como se llamaba originalmente, era un ferviente perseguidor de los cristianos, hasta que tuvo una experiencia transformadora en el camino a Damasco.
Según el relato bíblico, Saulo iba camino a Damasco con la intención de arrestar a los seguidores de Jesús, cuando de repente una luz del cielo lo derribó al suelo. Escuchó la voz de Jesús que le preguntaba: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Cegado por la luz, Saulo cayó al suelo y se convirtió en un fiel discípulo de Cristo, adoptando el nombre de Pablo.
A partir de ese momento, Pablo se convirtió en uno de los más ardientes defensores del cristianismo. Recorrió el Mediterráneo predicando el Evangelio, fundando comunidades y escribiendo epístolas que se han convertido en parte fundamental del Nuevo Testamento. La Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de San Pablo el 25 de enero, conmemorando este hecho trascendental que cambió el curso de la historia.
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