La confesión es un regalo: aprovéchala ya mismo, aprovéchala muchas veces y lleva a tus hijos contigo.
Es la hora de que los católicos promovamos imaginativa y vigorosamente la confesión. Y no somos nostros los que estamos diciendo eso «La renovación de la Iglesia en América, depende de la renovación de la práctica de la penitencia», esto nos lo dijo el Papa Benedicto XVI en el National Stadium en Washington.
San Juan Pablo II pasó los últimos años de su vida, pidiendo que los católicos regresáramos a la confesión, inclusive mediante un documento «motu propio» urgente a través de la encíclica sobre la Eucaristía.
Él llamó la crisis en la Iglesia como «crisis de confesión» y escribió a los sacerdotes: «Siento la necesidad permanente de exhortarlos, como hice el año pasado, a redescubrir para si mismos a ajudar a otros a redescubrir la belleza del sacramento de la reconciliación».
¿Por qué toda esa importancia dedicada a la confesión?
Porque cuando huimos de ella, nosotros perdemos el sentido del pecado. Y la pérdida del sentido del pecado es la raíz de muchos males de nuestro tiempo, desde el abuso físico hasta la deshonestidad financiera, desde el aborto hasta el ateísmo.
Entonces, ¿cómo promover nuevamente la confesión?
Sugiero siete motivos, para que volvamos con alegría al regalo de la confesión, que Dios nos da a todos, cada uno de estos motivos, es ampliado siguiendo los enlaces:
- Porque el pecado impone una carga pesada sobre nuestra espalda.
- Porque el pecado nos envicia.
- Porque necesitamos desahogarnos.
- Porque la confesión nos ayuda a conocernos.
- Porque la confesión ayuda a los niños.
- Porque confesar los pecados mortales es necesario.
- Porque la confesión es un encuentro personal con Jesús.
Ayuda a alguien a regresar nuevamente a la confesión, ayuda al máximo de personas posibles, a descubrir la belleza de este sacramento libertador.
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