Afirmaba Gilbert Keith Chesterton (1874-1936): “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”. La afirmación, en su tiempo, no tan egocéntrico como el nuestro, no parece extraordinaria. Pero si G. K. Chesterton viviera hoy, su asombro del ataque nuclear a la familia y la primacía del “individuo” será muy grande.
Hay quien afirma que los Estados pobres son tales porque tienen muchos hijos, al tener que afrontar el problema del pan cotidiano, la inseguridad ciudadana, la tentación/urgencia de la migración. Curiosamente, los Estados ricos, dispuestos a pagar para que se tengan hijos y eliminar el peso de la manutención de generaciones envejecidas y la ultra población de migrantes, son quienes van a la vanguardia, ayudados por su influencia en la ONU, en la OEA de la proclamación de “pseudo derechos reproductivos, de aborto, de transgenerismo”, etc. Un contraste donde parece que las sociedades de familias extensas llevan las de perder, sobre todo por la corrupción de los gobiernos amenazados por las posibles pérdidas de ayuda millonarias que acaban en bolsillos privados.
Con todo, la Sagrada Familia, celebrada en la octava de Navidad, es paradójica: una pareja pobre, un niño de extraña concepción, un padre adoptivo en tierra extraña, obligado por un censo de los poderosos (papa Francisco, misa de Navidad, 24 diciembre 2023). Carentes de mucho, pero desbordantes de lo que en realidad constituye la familia humana, el tenerse el uno a otro y descubrir en ese otro un complemento de sí mismo.
La primacía de un fatal feminismo, que recomienda no tener hijos y realizarse en una oficina, en un gobierno, etc., se pasa llevando una característica excepcional de la mujer —por la que los actuales vivos existimos— como lo es la maternidad.
Pero yendo a la importancia de la Familia, aún de aquellas víctimas de genocidios por las guerras actuales, viene bien recordar:
1) La primera, la familia es donde el hombre crece, es el santuario de la vida, donde se ama a cada persona como es, por sí misma, no por lo que tiene. Si esta realidad estuviera cimentada en el mundo, ha insistido, las cosas serían muy diferentes a como son: es decir, si se tuvieran “mascotas educadas, bien alimentadas” o relaciones sexuales sin hijos y para quien lo desee, hijos sin vida matrimonial;
2) Por lo que en la Familia —sin que haya ninguna perfecta ni libre de tensiones y problemas— aporta una revolución en las relaciones humanas, el amor, tratando de vivir el perdón y la reconciliación. Como dice alguien acertadamente “al final solo en tu casa —familia— terminan soportándote y amándote a pesar de tus defectos” (cardenal Cañizares, 01 junio 2016);
3) De esta cuenta, la familia educa en la paciencia, en la aceptación, en el perdón. Por más que los Estados de países “desarrollados” quieren imponer “nuevos modelos de familia” por otra parte deben hacer frente a nuevas formas de violencia masiva, de envejecimiento de sus generaciones, cayendo en la confusión de defender hasta donde pueden el tema ecológico —salvaguardar la naturaleza— olvidando que la Familia es lo más natural en toda definición biológica, psicológica y sociológica, quizás la IA determine que la Familia ya no es necesaria. “Las familias son un tesoro precioso y no son piezas de museo, sino que por medio de ellas se concreta la capacidad de darse, el compromiso recíproco y la apertura generosa a los demás, así como el servicio a la sociedad” (papa Francisco, 1 junio 2017 Sala Clementina a los participantes en un encuentro de la Federación Europea de Asociaciones Familiares Católicas).
Que la Sagrada Familia otorgue a las probadas familias chapinas, no solo el pan de cada día, sino el don de la tolerancia, la paciencia y el perdón.
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