Queridos hermanos:
La Palabra del Señor nos ofrece en este Tercer Domingo de Adviento una triple enseñanza:
1) Cristo, el Señor que viene puede “transformarlo todo”, como lo canta hermosamente el profeta Isaías con figuras de “cambio”: enfermos que sanan, incapacitados por ceguera, sordera invalidez que vida su vida cambiada por la obra del Señor.
La misma naturaleza –el desierto que se convierte en jardín-, etc. son toda una invitación a “abrirnos con esperanza a la acción de Dios en nuestra vida”: ¡no perdamos la esperanza en el Dios que se acerca, en el Señor que viene: su potencia es siempre mayor que nuestras limitaciones y fracasos!.
El Salmo 145 es así una exclamación de todos nosotros, tantas veces asaltamos por la impresión de que “no es posible seguir adelante”: ¡pidamos como el salmista que venga el Señor a salvarnos!;
2) Y sin embargo, una segunda enseñanza es fundamental: necesitamos una “paciencia activa”: San Pablo pide “ser pacientes y no murmurar” –en la Biblia la murmuración es signo de la falta de Fe-, mientras ponemos en Dios nuestra vida y proyectos, respondemos a su gracia en Adviento con acciones concretas, la frecuencia de la Santa Confesión, la escucha de la Palabra, las obras de caridad que “pueden borrar los pecados” como decía San León Magno;
3) Hemos de dar un testimonio de “las cosas van cambiando”: Jesús responde a los enviados de Juan su primo que “los ciegos ven, los sordos oyen” etc. es decir, que “algo está ocurriendo” mientras el Reino de Dios llega.
Demos también nosotros testimonio: Dios quiere actuar y está actuando en nuestras vida.
Que los gestos de Adviento: generosidad, solidaridad, fraternidad, compasión; salgan de nuestro corazón “transformado” por la Gracia de Dios.
Y que signo de las “posadas” que inician estos días, nos hagan recordar el inmenso drama de la migración humana o violencia social que vivimos estos días: cuántos no pasarán la Navidad prácticamente a la intemperie en las fronteras o en medio de la incerteza y dolor de los conflictos sociales que afectan a todos.
Oremos por la transformación de los corazones: ¡Dios puede y quiere venir a mejorar para siempre nuestra comunidad familiar y humana, recibamos su presencia ya cercana esta Navidad!.
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