Homilía Domingo de la Ascención del Señor

Este domingo la Iglesia celebra la solemnidad de la Ascensión del Señor a los cielos. Vale la pena recordar que previo a la ascensión, Cristo se apareció a los doce durante cuarenta días, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo. De modo que su resurrección es un hecho histórico, verdadero, real y sin precedentes; pues ningún ser humano en toda la historia, ha vencido el peor de los males que nos trajo el pecado que fue la muerte, por eso, Cristo resucitado es el fundamento de nuestra fe. Veamos algunas características importantes de esta fiesta.

Cristo sube a los cielos, para interceder por nosotros

La ascensión de Jesús a los cielos indica que Cristo sube para interceder por nosotros, pues es el único mediador entre Dios y los hombres, y por Él toda la humanidad ha sido glorificada, de modo que Él,  ha abierto a la humanidad las puertas del cielo. En otras palabras, uno de los nuestros, nuestro hermano Cristo Jesús, un pariente cercano está en cielo intercediendo por nosotros, porque es hombre verdadero.

Cristo es glorificado en el cielo: está sentado a la derecha del Padre

Su cuerpo glorificado por su resurrección, no como el nuestro, entra definitivamente en la gloria divina simbolizada por la nube y por el cielo. A partir de entonces solo a partir de maneras excepcionales se muestra como a Pablo en la visión hacia Damasco. Nosotros también estamos llamados a ir al cielo, pero solos no podemos, necesitábamos un intercesor, un Sumo y eterno sacerdote que intercediera por los hombres ante Dios. por eso, hoy nos preguntamos qué significa que Cristo está a la derecha del Padre: significa la gloria y el honor de la divinidad, la inauguración del Reino del Mesías.

Jesús se queda con nosotros hasta el fin del mundo

Jesús también se queda  entre nosotros de otras formas:

  • En el hermano que sufre,
  • En la Comunidad (Cuerpo místico de Cristo),
  • En la Palabra, especialmente en los Evangelios
  • En los sacramentos
  • Y de modo especial en la Santísima Eucaristía.

Nuestro compromiso acá en la tierra: buscar las cosas de arriba… pedir ir al cielo

La Ascensión de Cristo nos motiva, tal como dice San Pablo a los colosenses a buscar las cosas de arriba. Hoy si vemos la realidad, podemos constatar que estamos como poseídos, obsesionados a las cosas de acá abajo, hay una mezcla de deseos malignos que nos llevan a pedir “bendiciones materiales, en lugar de pedir llegar al cielo” por eso en nuestra oración digámosle al Señor, no quiero bendiciones materiales, sino ayúdame a llegar al cielo. Por eso el problema de este siglo es no querer ir al cielo, o más bien, querer construir un paraíso sin Dios acá en la tierra.

Los escalones del cielo: una verdadera vida cristiana

En toda vida cristiana sana, siempre habrá que hacer un camino equilibrado en cuanto a la sana relación con los bienes temporales. Tampoco se trata de fugarse del mundo, basados en una espiritualidad en las nubes, sino de construir acá un mundo más justo, más humano, solidario, donde los bienes materiales sean para como su nombre lo indican: bienes y no cadenas. Como lo dice san Pablo hoy a los efesios: “llevar una vida digna: ser amables, humildes, comprensivos, soportándonos con amor, manteniendo la unidad del espíritu y de acuerdo a cada uno construir el Cuerpo de Cristo  y llegar a ser hombres perfectos”.


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