Mensaje de monseñor Víctor Hugo Palma, Obispo de Escuintla, con motivo de la celebración de las Fiestas Patrias, en el aniversario de la Independencia de Guatemala
Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor, Aleluya.
Muy queridos amigos, muy queridos hermanos, el salmo 32 es un salmo muy hermoso porque dice: «Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor»
Había muchos dioses en el tiempo antiguo. Pero Él escogió a Israel, un pueblo pequeño, un pueblo un poco terco, pero Dios ha amado siempre a Israel.
¿Qué sucede cuando nosotros nos damos cuenta de que nuestro pueblo y eso se refiere a toda la humanidad a todos los países, pues son escogidos por Dios? Pensemos en nuestro país que está celebrando la Fiesta de la Independencia, ya es una nación, ya es un pueblo ¿pero acaso es una comunidad, hermanos?
Por eso hoy ante todo, queremos alegrarnos, porque la libertad siempre es buena. Pero dice la carta a los Gálatas: «no hagamos de la libertad un libertinaje«, el ser libres no nos da el derecho de pasar por sobre los demás y sobre todo en países de pequeñas proporciones, podemos tener grandes crueldades.
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Hay dos cosas o tres por lo menos, que nos ponen con mucha pena:
1) El incumplimiento de la justicia, una nación se funda para que haya y se le dé a cada uno lo que merece, lo que es propio. Cuando la justicia se corrompe, como ha dicho el mensaje de la Conferencia Episcopal de Guatemala, ¿a quién podemos acudir si es que queremos un Estado de derecho? La justicia debe funcionar por sí misma, con independencia y con eficiencia.
2) La insolidaridad. Es curioso, porque en nuestra tierra hay mucho deseo y mucha capacidad de dar en un momento, pero también hay grandes indiferencias. Indiferencias que nos dejan asombrados. ¿Cómo podemos llevar una vida de apartarnos del que le falta lo necesario? Los cristianos no formamos una ONG, pero nuestra palabra se dirige a la nación, para que se busque el bien común. Eso no es comunismo, el bien común es lo que conviene a todos y no al grupo al que yo pertenezco por motivos de ideas, por motivos económicos, por motivos raciales o por motivos religiosos.
3) Y finalmente estamos pidiendo por la paz, es penoso que en nuestra tierra haya tanta delincuencia y tantos muertos. Dejemos los accidentes dejemos las enfermedades, tantos muertos por la violencia y hablo sobre todo de esta tierra de la Costa Sur, hay mucha gente que muere y ya no le ponemos atención.
Dios bendiga a su pueblo con la paz y dichoso ese pueblo si su Dios es el Señor y es un pueblo que trabaja por la justicia, por la paz y por el bien. Porque lo dice el mismo Jesús: «Dichosos los que trabajan por la justicia, serán llamados hijos de Dios (cf Mt 5, 9)»
Nuestra Señora de los Dolores que está cercana a Cristo en la cruz y a cada uno de nosotros cuando sufrimos y cuando sufren otros mucho más, nos bendiga con ese don de la paz.
Amén.
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