Mensaje Pastoral
a la Diócesis de Escuintla
para la Cuaresma del Año 2018
“Ojalá escuchemos hoy la voz del Señor”
(Salmo 94)
A los Sacerdotes y Diáconos
A los Seminaristas Diocesanos
A los Religiosos y Religiosas
A los Agentes de Pastoral
A los Movimientos Eclesiales
A los Fieles Católicos
A los hombres y mujeres de buena voluntad de la Sociedad Escuintleca
Queridos hermanos:
Al inicio del camino cuaresmal del presente año, cuya meta luminosa es la celebración del Misterio Pascual de Cristo, fuente de vida nueva y abundante para todos, les ofrezco con todo aprecio y caridad fraterna este breve mensaje: el mismo quiere ayudarnos a situar la enseñanza cuaresmal del Papa Francisco “Al crecer la maldad se enfriará el amor de la mayoría” (Mt 24,12) donde el Santo Padre nos invita a distinguir aquellas falsas voces que nos desvían de la Verdad y comprometen la vida humana con caminos de muerte, con decisiones erradas y al final destructivas de la persona, la familia, la comunidad. ¡Si evitamos el mal no decaerá en nosotros la esperanza de la vida, no se enfriará con maldades nuestro corazón!
Al iniciar de esta forma este “tiempo de conversión” les invito a aplicar la enseñanza pontificia desde nuestra realidad escuintleca, seguro de que existen muchas y buenas disposiciones de tantos hermanos a “caminar en la luz del Señor” dejando las tinieblas y poder tener así parte en el amanecer glorioso de la Pascua del Señor.
- “No escuchen la voz de los falsos profetas” (Judas 3-13 ): Los cuarenta días de este tiempo de conversión urgen tanto a la Iglesia de Escuintla como a la sociedad en que ella vive la actitud de discernimiento, es decir, de distinción clara entre el bien el mal:
- Altos índices de violencia que persisten no solo por la ausencia de las fuerzas de seguridad en del departamento, sino aún más por el penoso involucramiento de dichas fuerzas de seguridad, no en general, pero si vergonzosamente en los mecanismos del crimen organizado, la extorsión, el narcotráfico.
- La propuesta de acciones de justicia “por la propia mano” que favorecen a su vez el sicariato y los atentados indiscriminados a personas inocentes.
- El incremento de la oferta del vicio, de la mala vida, de la esclavitud de la prostitución, por personas que abren moteles, cantinas disfrazadas de cafeterías y propuestas de mala vida ante las cuales la ausencia de las autoridades gubernamentales y municipales raya en la complicidad de esta forma de contaminación comunitaria extrema.
- La persistencia de los delitos ecológicos en grande, mediana y pequeña escala no solo en el campo sino también en la ciudad y grandes poblaciones.
- La plaga de la corrupción política y administrativa que, según indica el Papa Francisco fundándose en la Palabra de Dios “tiene en el dinero la causa de todos los males” (1Tm 6,10).
- La confusión moral que provoca un enfoque de la sexualidad y del cuerpo humano como escenario de “nuevos derechos” creados por caprichos humanos.
- La insolidaridad, en una sociedad marcada por el desarraigo cultural pero también por la poca sensibilidad ante el drama del hermano.
- La incesante actividad proselitista de las sectas fundamentalistas, verdadero escape al compromiso histórico de los cristianos ante los males sociales, comunitarios y familiares de Escuintla.
Como dicho anteriormente, el problema más grande es que todos estos caminos de muerte y de atentado contra la vida y dignidad humanos, es que se muestran con palabras convincentes como “vías atractivas para una vida de placer, de gozos inmediatos y hasta de una salvación cristiana próspera y segura” al igual que al inicio de la Humanidad, la serpiente engañó a nuestros padres, los hizo alejarse de Dios y vivir las consecuencias dolorosas del pecado: división, violencia, mentira, pérdida del valor de la vida humana (cf Gen 3, 1ss).
- “Vuélvanse a mí y yo volverá a ustedes” (cf. Zac 1, 3): La Cuaresma es pues, un tiempo para dejar de escuchar/vivir las voces de falsedad y volvernos al Señor, quien a su vez, camina hacia nosotros como el Padre que corre al encuentro del hijo herido por sus pecados (cf. Lc 15, 11-32) como el Buen Pastor que “sale en busca de la oveja perdida” (Lc 10, 13ss) pues Él no quiere la muerte de pecador sino que se convierta y viva (Ez 18, 23). Como Iglesia no condenamos al pecador, pero no podemos dejar de denunciar el pecado para que “nos motivemos todos a corregir la sordera ante el mal y busquemos la Palabra y el camino hacia la vía”. El camino que nos ofrece la práctica cuaresmal es pues “terapéutico” medicinal, saludable, pues toca la raíz del pecado del egoísmo y la soberbia. Los invito a recorrerlo como indica el Papa Francisco:
- En la práctica de la misericordia a la que solemos llamar “limosna” pero que no es dar con lástima pasajera lo que nos sobra, sino acercarnos y compartir incluso lo necesario: ¡venzamos la insensibilidad ante todo tipo de pobreza en un departamento tan rico y tan carente en ocasiones de lo más necesario!
- En el incremento de la oración es decir, en un mayor silencio ante la bulla de los medios de comunicación sin valores humanos, propagadores de la vanidad, de la frivolidad, de la fantasía pecaminosa, de las “falsas noticias” para dirigirnos con insistencia al Señor y pedirle un corazón nuevo y un espíritu nuevo (cf. Ez 36,26)
- La sana práctica del ayuno es decir de la limitación de los excesos tan estimulados por los “falsos profetas” del vicio en Escuintla y recuperar el hambre y la sed de la Palabra de Dios que es “espíritu y vida” que nos instruye y nutre espiritualmente (Jn 6, 63).
Es necesario pues un “programa de Cuaresma” a nivel personal, familiar, comunitario; es necesario “pedir para recibir, llamar para que se abra la puerta de la vida nueva” (cf. Mt 7, 7-12) siempre movidos por la esperanza que nos da la promesa del Señor: “En el tiempo propicio te escuché y en el día de la salvación te socorrí” (cf. 2 Co 6, 2)
- “Déjense reconciliar con Dios” (cf. 2 Co 5, 20): De modo especial, este breve mensaje quiere ser una exhortación no sólo a la vivencia de las prácticas de Cuaresma ya indicadas por el Papa Francisco para “dejar de oír a falsos profetas y charlatanes” sino para acercarnos todos al Sacramento de la Reconciliación cuyo compromiso ya han asumido nuestros queridos sacerdotes en Escuintla en las “penitenciales” parroquiales. ¡Que esta acción sagrada sea vivida con devoción y aprovechamiento por parte de todos!. A este servicio de “reconciliación” quisiera añadir dos indicaciones que en el marco de la Cuaresma 2018 enriquecerán nuestro itinerario de conversión:
- La actividad de los 40 Dias por la Vida a la que invito a unirse a todas las parroquias según indicaciones que hará la Vicaría de Pastoral: ¡volvámonos hacia el Dios de la vida enfrentando la cultura de muerte en Guatemala! Siguiendo las condiciones acostumbradas instituyo la indulgencia plenaria (estado en Gracia de Dios, confesión y participación en la Eucaristía, así como oración por el Papa Francisco) a quienes realicen dichas actividades acompañadas del rezo del Santo Rosario por la vida.
- La indicación del Papa Francisco de 24 Horas para el Señor a celebrarse los días viernes 9 y sábado 10 de Marzo con el lema “De ti procede el perdón” (cf Sal 130, 4) no como una “jornada penitencial más” sino como retiros parroquiales y adoración eucarística sobre las grandes verdades del perdón divino y el compromiso de vida nueva. Encargo a las Comisiones de Catequesis y Liturgia nos provean los subsidios que todos aplicaremos en nuestras comunidades parroquiales.
- La participación más comprometida y devota tanto en las diversas acciones de piedad popular (velaciones, procesiones, el rezo del Santo Viacrucis) marcadas con verdaderos signos de misericordia hacia los enfermos, los privados de libertad, los alejados de la fe verdadera y de la vida cristiana.
Que María Inmaculada en su Concepción, sierva de buen oído, mujer de la escucha atenta, nueva Eva que sí escuchó la Palabra de Dios, interceda para que en nuestras familias y comunidades abramos el corazón a la Buena Nueva, desoigamos las voces del mal y vivamos la misión cuaresmal de ser pregoneros del Evangelio de la Vida pascual que anunciará con alegría “El Señor ha resucitado y camina con nosotros” (cf. Lc 24, 13ss)
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