Postrado en el suelo, en señal de humildad, el Obispo de Escuintla, Monseñor Víctor Hugo Palma, introdujo a los fieles a la ceremonia de la Adoración de la Santa Cruz. De esta forma inicia el primer oficio del Viernes Santo, en el que recordamos la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
Después de escuchar las lecturas propias para este día y escuchar el relato de la Pasión según el Evangelio de San Juan, Monseñor Palma en su homilía nos hace reflexionar sobre el misterio del crucificado, de su inmenso amor y de como este momento fue importante para nuestra salvación, siendo un punto de inflexión en nuestra historia personal y de la humanidad entera.
Luego, después de un momento de silencio y reflexión, se realizó la Oración Universal y procedió a besar la Cruz dando paso, para que los varios cientos de parroquianos asistentes, hicieran lo propio.
Finalmente, los fieles católicos presentes, que en días previos se han confesado, comulgaron con las hostias consagradas el Jueves Santo, convirtiéndose en ese momento en sagrarios y custodios de Jesús Sacramentado.
Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos, el sagrario permanece abierto y vacío. Recordamos la muerte de Jesús. Los ministros ordenados se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados.
A continuación, la homilía de Monseñor Víctor Hugo Palma, para el Viernes Santo.
Las vestimentas litúrgicas son rojas, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como Él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece.
Los miembros de la Hermandad del Señor Sepultado, después de terminar los Oficios de la Santa Cruz, realizan el acto de descendimiento de la consagrada imagen, siendo ungida por el Obispo y venerada por los presentes. Luego se traslada al anda procesional para recorrer las calles de Escuintla.
La imagen de la Virgen María, en la advocación de La Dolorosa, sigue en su propia anda, a la procesión del Santo Entierro. Las dos andas de la procesión, son llevadas en hombros, por los devotos cargadores, que año con año, están presente y participan de esta manifestación de piedad popular.
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