Reflexión Domingo XV Tiempo Ordinario

La primera lectura del profeta Amós, describe la escena donde el sacerdote Amasías, secuaz del rey Jeroboam, expulsa a Amós, el verdadero profeta de Dios, de Israel. Esto se comprende porque Amós ha denunciado la corrupción que había en Israel reino del Norte.

Pero primero, veamos quién era Amos: Recordemos que él mismo lo ha dicho: era un pastor y cultivador de higos, que sin embargo recibió la llamada de Dios que lo ha sacado y transformado en su profeta. Vemos que Dios lo ha llamado y le ha dado una misión, porque toda vocación es para una misión. Amós cumple así la voluntad de Dios, que está por encima de todo, incluso de su profesión de pastor y agricultor.

Para nosotros la llamada de Dios es también un mandato fuerte, sean mis discípulos nos ha dicho Cristo en su Palabra, ¿estamos siendo obedientes a su llamada? ¿Ponemos por encima de todo a Dios y su voluntad antes que la nuestra, que nuestro propio “yo”?

San Pablo en la carta a los efesios nos habla también de la llamada que Dios nos ha hecho “él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables a sus ojos, por el amor” que es una llamada eterna de Dios, desde el principio hasta el fin, no es a medias sino definitiva porque en Cristo somos hijos y hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Ahora nos toca a nosotros ser santos, responder a esa llamada amorosa y eterna de Dios. Un santo actual decía: Ser santo no es fácil, pero tampoco es difícil. Ser santo es ser buen cristiano: parecerse a Cristo. —El que más se parece a Cristo, ése es más cristiano, más de Cristo, más santo (S. Josemaría Escrivá, Forja, n. 10).

El evangelio de san Marcos también relata sobre esta llamada de Jesús a sus discípulos y el envío misionero. Se trata fundamentalmente del ser discípulo misionero de Cristo. Hay algunos datos importantes que Marcos en su evangelio nos relata:

  • Jesús es el que toma la iniciativa: llama y envía (hace discípulos y misioneros)
  • Jesús da un estilo en su misión: los envía de dos en dos y les da un poder espiritual sobre las fuerzas del mal: no les da poder sobre las personas sino autoridad para librar a las personas del mal. Por ejemplo: sacramento de la confesión.
  • Jesús da al discípulo misionero un equipaje ligero: un discípulo sano liberado de las fuerzas del mal que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Por eso les dice solo llevarán bastón, sandalias… para hacerlos libres, ágiles y caminantes.
  • Además enseña lo que no han de llevar, pensando en aquello que es peligroso para el cristiano: el apego y esclavitud al dinero y a los bienes. Porque el Reino de Dios no se construye como los reinos de este mundo donde se olvida a Dios y a los pobres. Jesús no necesita del dinero para sostener su proyecto de salvación.
  • En fin Jesús da inicio a la misión con pocas cosas, pero hoy qué nos ha pasado ¿escuchamos estas recomendaciones de Jesús? Porque nunca hay que olvidar que el Evangelio es mejor anunciado por aquellos que viven humildemente, con sencillez, por hombres y mujeres que conocen el gozo de caminar por la vida sin ser esclavos de grandes cosas.
  • Jesús nos recomienda volver a una vida más sencilla y sobria, necesitamos vivir con pocas cosas como Jesús para centrarnos más en el hermano y en el anuncio del reino de Dios.

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