Queridos hermanos:
Este domingo, iniciando apenas el Tiempo Ordinario, se nos presenta claramente, luminosamente a Aquel que en verdad puede “cambiar nuestra vida”, como lo oramos en los Misterios Luminosos del Santo Rosario, hoy contemplamos no solamente un milagro famoso, la conversión de agua en vino, sino se nos señala “a quien a hecho esto, a Cristo, que puede cambiar no solo el agua en vino sino la vida de pecado en vida de hijos de Dios, iluminados por la Gracia del Señor”.
Ya el Antiguo Testamento con el profeta Isaías habla de un Dios que “se desposa, se casa” con su pueblo, ¡Dios quiere en verdad unirse a nosotros para realizar la transformación profunda de todo cuanto somos!, “te desposará el Señor” dice el profeta a un pueblo arruinado, humillado por las guerras, confundido por muchos acontecimientos.
En el Evangelio, como decíamos, no debemos fijarnos solo en lo materialmente sucedido, sino en el profundo significado, en la invitación a “creer en Él”, seguirlo en todo el año que aún inicia.
Allá en Caná se muestra “un signo luminoso:
1) El agua, noble en si misma, es convertida en el vino, signo de bendición, de alegría, del “tiempo del Mesías” que salvaría a su pueblo; es un milagro abundante, seis jarras de agua llenadas hasta el borde darían algo así como 490 litros de vino!. No es un desperdicio –dado que la fiesta estaba por terminar- es la salvación abundante “para que de ella bebamos también tu y yo” decía San Agustín.
2) Es un vino gratuito: nadie debió pagar, sino que gracias a la intercesión de María, la Gracia se derramó como un regalo, donde amenazaba la tristeza, la falta de la vida, de pronto se tiene el regalo de la vida, pues Dios pone siempre esa vida cuando a veces nos parece que hay recursos, ni nos quedan medios. Por eso podemos decir con el Salmo: “Cantemos la grandeza del Señor”.
3) El vino es “el mejor”: las seis tinajas son de “piedra” como las tablas de la Ley del Antiguo Testamento y son 6, un número que en la Biblia significa imperfección. Ahora en cambio, Jesús hace ofrecimiento de la vida nueva que no se puede describir fácilmente, pero la Fe nos asegura que “es lo mejor” de la historia de la Humanidad. Curiosamente el mayordomo de la fiesta le dice al novio: “Tú has dejado el vino mejor hasta ahora”, es el cumplmiento de la profecía, “El Señor cambiará tu vida, se desposará contigo”.
“Cristo es el esposo, la Iglesia es la esposa” nos enseña San Pablo en Efesios 5, 1ss, en efecto, en Cristo tenemos a quien “nos desposa” por la Fe en Él y entonces “todo puede cambiar”.
No nos quedemos pues en el “prodigio” o “milagro” como se busca hoy tanto en los shows religiosos; como María indica, “Hagan lo que Él diga” y como hicieron los discìpulos creamos en Él y “llevemos el agua a nuestra vida sin sentido” ante Él que puede transformarla en lo nuevo, lo mejor, lo gratuito.
Oremos por la Paz en Guatemala y que sea la Gracia, el don de Dios quien transforme la persona, la familia, la sociedad según la presencia de su Reino: paz, justicia, perdón, y alegría verdadera.
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