San Simplicio fue un papa de la Iglesia Católica que gobernó durante el siglo V. Nacido en Tívoli, Italia, Simplicio se destacó desde joven por su piedad y su compromiso con la fe cristiana.
Después de ser elegido papa en el año 468, Simplicio se enfrentó a diversos desafíos que amenazaban la unidad de la Iglesia. Entre ellos, destacó la lucha contra la herejía monofisita, que negaba la naturaleza humana de Jesucristo. Simplicio convocó varios sínodos y concilios para defender la ortodoxia católica y preservar la integridad de la fe.
Además de su labor teológica, Simplicio se preocupó por el bienestar material de la Iglesia y de los fieles. Promovió la construcción y restauración de templos, y se destacó por su caridad hacia los pobres y necesitados. Su pontificado se caracterizó por la firmeza en la defensa de la fe y la preocupación por el buen gobierno de la Iglesia. Después de su muerte, Simplicio fue reconocido como santo y su fiesta se celebra el 2 de marzo.
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