Mensaje de Monseñor Víctor Hugo Palma, Obispo de la Diócesis de Escuintla
Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
El quinto domingo de Cuaresma es la puerta inmediata a la Semana Santa: dentro de ocho días iniciaremos no solo el recuerdo lejano, sino la celebración profunda y gozosa de los acontecimientos que vivió Cristo y su Iglesia hace dos mil años, en el Misterio Pascual que cambió la historia del mundo.
Por ello en este quinto domingo del tiempo de conversión y encuentro con Dios, su Palabra nos llama a “entrar en una nueva alianza”: en una relación auténtica con Dios. Al decir “entrar en alianza” o “hacer una alianza”, pensamos como el Israel antiguo que debió “entrar a un espacio, a la tierra prometida” para la que nosotros nos preparamos toda la Cuaresma: a “una nueva relación con Dios”. Esa relación es una llamada solemne del mismo Dios (1ª. lectura).
El pecado había roto nuestra “relación de hijos con el Padre” pero ahora podemos renovar el vínculo con Él: ¡gracias al camino espiritual de la Cuaresma, a la santa confesión, pero sobre todo porque Él actúa a nuestro favor! Por eso dice: “Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones”. La relación verdadera con Dios no se reduce a “momentos de emoción, gritos, milagros fabricados”: ¡es todo lo contrario!: sale de un corazón nuevo, que no ofrece cosas, sino actitudes mejores hacia los hermanos.
Es “conocerle en Jesucristo”: he aquí el ofrecimiento de Jesús en el Evangelio. A aquellos que querían “verle” en el sentido humano y material, Cristo indica que le verán de modo diferente, escandaloso, quizás digno de rechazo para muchos: le verán como “trigo muerto, caído en la tierra, para dar fruto”. Le verán en fin “elevado, atrayendo a todos hacia sí” pero no en trono, sino en una cruz humillante pero expresión de su amor generoso: tal y como miles y miles “van al Cristo de Esquipulas” a contemplar el dolor de su pasión.
En esto consiste entonces una “nueva alianza”: en el cambio de mentalidad que pide la “respuesta de obediencia” que el autor de la Carta a los Hebreos le atribuye a Jesús en la segunda lectura.
Hermanos y hermanas: en tiempo de confusión donde “se ha hecho de la fe un instrumento de glorificación de los predicadores y de tanta falsa iglesia”, donde no buscamos al que murió como trigo en la tierra, sino al “Dios de las bendiciones materiales” ¡qué difícil será encontrarle en nuestros hermanos que sufren!.
Renovemos pues nuestra “alianza o relación con Dios” sabiendo que el discípulo imita a su Maestro, grano de trigo muerto por la vida abundante del mundo. Y hacemos una “nueva alianza con corazón puro” como dice el Salmo, “y morimos a nosotros mismos cuando en este tiempo perdonamos al que nos ha ofendido y vemos al Señor en el necesitado” (Papa Francisco).
Aprovechemos esta última semana de Cuaresma para acercarnos a Él, recibir su gracia en la Confesión y “verle” unido a la cruz de todo hombre que sufre en el cuerpo y en el espíritu.
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