El Padre Carlos Santizo, en el Evangelio del domingo de la décima semana del Tiempo Ordinario, del ciclo C (Lc 7, 11-17), en su homilía, nos hace reflexionar sobre esta lectura, que la Santa Madre Iglesia nos propone para este día.
El corazón de Jesús está junto al nuestro
Texto del Evangelio (Lc 7, 11-17):
En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo Jesús: “Joven, yo te lo mando: levántate”. Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
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