1. Porque el pecado impone una carga pesada sobre nuestras espaldas.
Un terapeuta narra la historia de un paciente que sufrió un terrible ciclo de depresión y de repugnancia por sí mismo desde la escuela secundaria. Nada parecía ayudar. Un día, el terapeuta encontró al paciente en frente de una Iglesia Católica. Entraron en la Iglesia porque había empezado a llover y vio una línea de gente que iba a la confesión.
«¿No debería ir también?» Dijo el paciente, que había recibido el sacramento cuando era niño. «No», respondió el terapeuta.
El paciente fue de todos modos. Salió del confesionario con su primera sonrisa en años y comenzó un proceso de mejora que continuó durante las siguientes semanas. El terapeuta comenzó a estudiar más acerca de la confesión, se convirtió al catolicismo y ahora asesora de forma regular a todos sus pacientes católicos.
El pecado lleva a la depresión, ya que no es sólo una violación arbitraria de normas: se trata de una violación de la finalidad propuesta por Dios y la cambiamos por la nuestra. La confesión quita la culpa y la ansiedad causada por el pecado y nos trae la curación.
Entonces, ¿cómo promover nuevamente la confesión?
Sugiero siete motivos, para que volvamos con alegría al regalo de la confesión, que Dios nos da a todos, cada uno de estos motivos, es ampliado siguiendo los enlaces:
- Porque el pecado impone una carga pesada sobre nuestra espalda.
- Porque el pecado nos envicia.
- Porque necesitamos desahogarnos.
- Porque la confesión nos ayuda a conocernos.
- Porque la confesión ayuda a los niños.
- Porque confesar los pecados mortales es necesario.
- Porque la confesión es un encuentro personal con Jesús.
Ayuda a alguien a regresar nuevamente a la confesión, ayuda al máximo de personas posibles, a descubrir la belleza de este sacramento libertador.
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Vivir en pecado nos enferma no soló espiritualmente sino también fisicamente, muchas veces a pesar de tener conciencia que hemos roto esa comunión con Dios nos es difícil retomar nuevamente esa unión con Dios por pena o porqué en el fondo sabemos que seguiremos quizá en la misma situación de pecado. Pero a pesar de todo ello es necesario acudir al sacramento porque de verdad después de recibirlo podremos experimentar esa paz que solo Dios nos dá y con la ayuda de Él superar las tentaciones que se nos presenten.