Queridos hermanos:
Ninguna Cuaresma es igual a la anterior, cada año es una nueva oportunidad que debemos aprovechar mientras tenemos conciencia y suplicamos la Gracia Divina para “transformar nuestra vida volviendo a los caminos del Señor”.
Dios “pasa llamado” y nos invita a “entrar en el ambiente sagrado de la salvación”, ¡no desoigamos la llamada a la Vida, demos el fruto adecuado en el tiempo adecuado!.
Hoy la Palabra de Dios nos presenta la “vocación de Moisés” cuya historia conocemos; todo comienza cuando al ver la higuera que ardía sin consumirse, Dios mismo le invita a “quitarse las sandalias” pues todo será diferente en su vida a partir de aquel encuentro; ¡dejemos también nosotros lo que nos impide vivir esta Cuaresma y aprovecharla, abramos el corazón al terreno sagrado de la Conversión!.
Quien nos llama es el “Dios compasivo y misericordioso” del que habla el salmo responsorial, ¡no temamos, sino confiemos en que sí es posible dar los frutos de la salvación, pues el mismo Dios está de nuestra parte!.
Responder a Dios, escuchando su Palabra y viviendo la oración, ayuno y limosna es en cierta forma una “respuesta justa” de nuestra parte. Si bien, es una gracia y no el logro de nuestros méritos, hoy el mismo Jesús habla del peligro de “no dar el fruto” que Dios espera.
El ejemplo de la higuera estéril, la condena del dueño a que fuera “arrancada” del suelo, pero sobre todo la intervención del jardinero que “pide otra oportunidad, otro tiempo para responder” es una hermosa y seria síntesis de nuestra historia; ¡reconozcamos que no hemos dado los frutos que vienen de la fe, la esperanza y la caridad y no perdamos la confianza, el Señor nos dá esta Cuaresma como el tiempo de gracia y la segunda oportunidad!.
Hay quienes olvidan que “a veces la vida termina de pronto –accidentes, enfermedades incurables, etc- y que, sin vivir en miedo, sí debemos aprovechar la que puede ser “nuestra última Cuaresma” (Papa Francisco).
Salgamos de nuestra irresponsabilidad y pereza espiritual, superemos el desinterés y ayudemos a quienes viven “inconscientes” en el tiempo de conversión, ¡seamos heraldos, mensajeros y “despertadores” para nosotros mismos y nuestros hermanos!.
Y continuemos realizando nuestro “programa de Cuaresma” –nuestra Confesión, las obras de misericordia, la oración, el ayuno- y con su Gracia el Señor nos ayudará a aprovechar el tiempo de la salvación.
Nos acompaña y nos anima María, Madre de la Iglesia e intercesora ante el Divino Jardinero, Cristo por quien vivimos y aprovechamos la oportunidad de esta Cuaresma 2019.
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