Queridos hermanos y hermanas:
En una maravillosa continuidad con el domingo anterior donde nos revelaba el rostro de aquel “Siervo y Cordero de Dios” el Señor Jesús que hemos de seguir durante el año, también este 3ero. del Tiempo Ordinario nos dibuja un rostro: es de la comunidad de sus discípulos, la Iglesia.
Recordemos ante todo que hoy abundan “falsas iglesias” es decir, grupos de personas que se reúnen a estudiar un libro, la Biblia, antes que a tener un encuentro con la Palabra de Dios, la que se hizo carne y es Jesucristo, presente en el Pan de la Eucaristía.
Tampoco se reúne la verdadera Iglesia del Señor Jesús a observar portentos o milagros sino a “encontrarse con Él” presente de modo invisible en el hermano, en su Palabra y en el Pan de Vida: ¡cuidémonos del error del protestantismo y la degeneración de la identidad cristiana que lamentablemente se ha extendido tanto en los grupos pentecostales que se auto llaman “iglesias”!.
El rostro de la auténtica comunidad cristiana es ante todo:
- La de aquellos que “ahora caminan en la luz” como dice tan hermosamente el profeta Isaías en la primera lectura: ello significa que “se vive en la Gracia del Señor y en la disposición a un cambio de vida donde “se asume la vocación a ser luz del mundo”: “Ustedes son la luz del mundo” advierte Jesús en el Evangelio (Mt 5, 8ss). Es decir, a través de la misericordia, la honestidad, el amor a la Verdad “los que son iluminados ayudan a iluminar” el mundo de las sombras de muerte. No somos pues un grupo de “estudiosos de la biblia” ya que el mismo diablo la sabe muy bien, sino de “testigos de la Palabra” de la que dice el Salmo: “Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 118, 2ss). Palabra que “es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1, 5);
- Es la comunidad de aquellos que “ha sido pescados” es decir, rescatados del mar del pecado y de la muerte, y ahora “colaboran como pescadores de hombres” tal y como lo indica el mismo Cristo cuando llama a sus primeros discípulos en la orilla del lago de Galilea. En esa escena encontramos ante todo una llamada a la “conversión”: ¡no podemos seguir al Señor con todo y tal y como hemos vivido hasta ahora en la oscuridad!. Cuando Jesús anuncia el Reino de Dios que “está cerca” se indica en cierto modo a sí mismo (como decía claramente el Papa Benedicto XVI): ¡pero para que ese Reino cercano llegue de una vez por todas, hace falta el camino de seguimiento!… ese camino que tendremos presente todo el año que aún inicia. Volviendo a la “vocación a ser pescadores de hombres” Jesús indica una acción suya en el futuro: los llama ahora, pero dice que “los hará” pescadores de hombres.
Queridos hermanos: se trata de un proceso, de un camino, de una senda que no se hace de un golpe instantáneo, sino que lleva toda la vida.
Recordemos el ejemplo de los santos y santas de la Iglesia: ¡dieron fruto no de sabiduría bíblica o de portentos milagrosos, sino de conversión del odio al amor, de la venganza al perdón, de la mentira a la verdad!.
Felicito vivamente a la Parroquia de San Vicente Pacaya que cumple 50 años de fundación, de seguimiento del Señor Siervo y Cordero y la encomiendo al Señor para que discipulado y misión sean el medio de glorificar a Dios en nuestra Diócesis de Escuintla.
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