Vivamos con sabiduría, la espera del Señor

Queridos hermanos y hermanas:  

El camino del año cristiano se ilumina hoy con una llamada del Señor a “tener sabiduría” en la esperanza de su venida, nos separan solamente dos domingo del final de este año y la revisión de nuestras palabras, pensamientos y acciones deben ponerse a la luz de Palabra que hemos escuchado y meditado todo el ese año, ¡pidamos al Señor el don de su Espíritu para tener los dones de la sabiduría y en el bien!.

De esa sabiduría nos habla ya el libro que lleva su nombre: “El que madruga por ella no se fatigará, la encontrará cercana” afirma el autor. Para el antiguo Israel el “ser sabio” no era saber cosas, sino tener acierto en escoger el bien, los caminos del Señor.

Se habla de la Sabiduría como de una persona, pero solo en el Nuevo Testamento aclara que “Jesucristo es la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1, 18-29), ¡esperemos al Señor con el corazón abierto y que toda nuestra vida sea una preparación a su encuentro!.

Pero es la hermosa y seria parábola del Evangelio donde el Señor y Maestro de la comunidad le invita ver el futuro de la historia, pues tantas veces nos “adormecemos en el presente, en las cosas de todos los días”:

  1. La historia es un camino donde nos dirigimos al “encuentro con el Señor”, no se trata solo de la muerte que hemos recordado tanto en este mes de noviembre en la conmemoración de los difuntos, sino de su “venida diaria” el encuentro cotidiano con su persona, su voluntad, sus caminos, su encuentro en el hermano, sobre todo el más pobre;
  2. La parábola se inspira en las bodas judías, donde el matrimonio se consumaba en el momento en que el esposo llegaba al banquete y luego iniciaría la vida con la esposa, era un momento de fiesta y de vigilia. Dos actitudes tan propias del cristiano, la alegría porque el Señor está viniendo siempre y llegará para dar final a toda duda, dolor, sufrimiento o muerte: ¡vivamos en la espera del Esposo de la Iglesia nuestra madre y maestra!.  La segunda actitud sin embargo, es el objetivo de la historia que cuenta Jesús: ¡no se puede esperar de modo irresponsable ese encuentro con el Señor, sino en una preparación constante, intensa y llena de alegría;
  3. Por ello importa la distinción: hay cinco jóvenes que “son sabias o prudentes” y saben permanecer adecuadamente en dicha esperanza de su Señor, ¡supliquemos la acción del Espíritu que nos impida “adormentarnos” pensando que la vida presente lo es todo o que se puede clamar al Señor sin corresponder a su bondad con ingratitud o descuido!;
  4. De este modo, las otras cinco, “necias o insensatas” pierden la fuerza de la esperanza, se adormentan, y pasan a ser parte de un mundo donde la Fe parece haber perdido su fuerza. El aceite que ellas ya no tienen es el que no han preparado en el ejercicio de la caridad y de las buenas obras.

En otras palabras y de cara al final del año cristiano: estamos invitados a una “sabiduría diferente” no como la del mundo que felicita el éxito económico o social: ¡no nos amoldemos al mundo y su falsa sabiduría y no dejemos que la fantasía del mundo nos adormente!.

Oremos  por nuestra juventud, amenazada hoy de un ambiente violento y que como las jóvenes de la parábola, aquellas insensatas, puede en realidad fallar en sus elecciones, dejarse llevar por un mundo sin interrogantes profundas y pueden perder el “entrar al banquete de la vida y la verdad, la alegría auténtica y la dicha verdadera”!.

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma

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