Comunicado de la Conferencia Episcopal de Guatemala – Fraude Fiscal

Los obispos de Guatemala, al conocer el enorme fraude fiscal descubierto por el Ministerio Público y la Cicig en la Superintendencia de Administración Tributaria, lo condenamos rotundamente y compartimos el rechazo y la indignación del pueblo de Guatemala expresados en las manifestaciones populares que se realizaron en días pasados.

Estas manifestaciones dan una señal: el pueblo ha perdido la confianza en la institucionalidad del país, exige justicia y se siente frustrado al constatar, por una parte, las graves carencias que el país sufre y por otra, la gravísima corrupción que ha penetrado profundamente la sociedad.

En palabras del Papa Francisco que hacemos nuestras: “esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el Cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga” (Papa Francisco,” El rostro de la misericordia”, Bula de convocatoria para el Jubileo extraordinario de la Misericordia).

Desgraciadamente la corrupción ha existido desde hace tiempo en nuestro país. La mayoría de guatemaltecos somos responsables de esa “llaga putrefacta” que enferma la sociedad por el silencio mantenido o la complicidad explícita al favorecer los sobornos con tal de no sufrir penalidades. Pero una mayor e insustituible responsabilidad la tienen los funcionarios públicos que representan los tres poderes del Estado cuando por su negligencia o descuido, o peor todavía con una participación activa fomentan y mantienen dicha corrupción. Igual responsabilidad tienen los empresarios o comerciantes que se benefician de los actos de corrupción.

No es suficiente denunciar la corrupción. Los obispos de Guatemala exigimos que quienes se han enriquecido con actos de corrupción devuelvan lo robado. No solamente deben sujetarse a los castigos establecidos por la Ley sino deben restituir lo que han quitado a los pobres. No debemos ser indiferentes ante la impunidad institucionalizada que acompaña los actos de corrupción. Exigir justicia es promover la paz.

Pedimos a quienes representan el Estado de Guatemala dar un testimonio de responsabilidad ciudadana informando al pueblo la verdad de los hechos relativos al fraude fiscal en la SAT.

Nuestro querido país está enfermo de corrupción. Los guatemaltecos que amamos esta tierra debemos sanarla. Esperamos que las protestas sociales se transformen en un esfuerzo colectivo para tener una Guatemala distinta, sana, libre de ese mal que destruye y mata.

Al finalizar este comunicado decimos: ¡Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros!

+ Rodolfo Valenzuela Núñez
Obispo de la Diócesis de La Verapaz
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala

+ Domingo Buezo Leiva
Obispo del Vicariato Apostólico de Izabal
Secretario General de la de la Conferencia Episcopal de Guatemala

Guatemala de la Asunción, 7 de mayo de 2015.

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