Usemos bien las riquezas, no las adoremos

Queridos Hermanos:

Como cada domingo, la Palabra de Dios nos muestra “la sabiduría verdadera” que viene lo Alto y que puede orientar nuestras vidas exitosamente como “hijos de Dios”.

Una sabiduría que no va con el materialismo, el consumismo y la “idolatría de las riquezas” que como recuerda Papa Francisco “nos cierran al hermano y al verdadero futuro de nuestra existencia”.

Así, la profecía de Amós -cuyo nombre hebreo significa “el que lleva la carga” pues predicó en un ambiente no fácil- llama duramente la atención a quienes son insensibles a la fractura de la fraternidad en Israel, un pueblo llamado a vivir como hermanos, pero donde unos valoran más las cosas que las personas, cayendo en la corrupción de todo tipo –“alteran las medidas”- todo porque su corazón ama más al dinero que a Dios y al hermano; ¡escuchemos también nosotros la advertencia del profeta y no sacrifiquemos ni la fe ni la fraternidad por ávidos deseos de ganancia!.

San Pablo, pide hoy “orar por la autoridades”, una recomendación suya “muy manipulada” en oraciones que no tocan la conciencia, sino llaman a un cierto conformismo, ¡la oración por las autoridades es tan importante como su papel, pidamos para ellas los dones de la honestidad, la justicia y el temor de Dios!.

La fe cristiana no es la contestación de la autoridad “porque sí”, al contrario, el verdadero cristiano está dispuesto a servir en la construcción de un mundo que lo requiere, como requiere de gobernantes justos y fieles a la buena conciencia.

En la parábola del “administrador infiel” de ningún modo Jesús contradice el bien “felicitando la corrupción de quien hacía recibos falsos”, Jesús destaca “su capacidad de ver el futuro”; ese futuro de la vida verdadera, que se gana también “haciendo amigos” no con recibos falsos, sino invirtiendo en toda obra buena para tener la vida eterna.

Continuemos en este mes patrio orando para que la idolatría de la riqueza no arruine familias, comunidades, naciones, “nadie puede servir a Dios al dinero llevado a la idolatría”, que haya “buenos ciudadanos que se preparen con el bien y la justicia, con la honestidad y lugar en el futuro de los Santos, de los que han invertido en el bien del presente para tener el Sumo Bien en el futuro, al mismo Señor de la Vida.

Firma Monseñor Víctor Hugo Palma

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