Advocaciones Marianas en América: Virgen de los Treinta y Tres – Uruguay
Patrona de Uruguay, su festividad se celebra el segundo domingo de noviembre.
Su figura, nombre e historia, forman parte del imaginario del pueblo uruguayo, su Santuario integra nuestro Patrimonio Nacional. Es la Patrona de nuestro país y un símbolo qué, en su permanencia, solidifica los orígenes culturales, raciales e históricos del Uruguay.
Su talla data del siglo XVIII por los guaraníes y fue confiada a Antonio Díaz, indio de Santo Domingo de Soriano, de quién recibió su primera capilla en el Pintado.
Fundadora de la Villa de San Fernando de la Florida en 1825, vio a pie a los Treinta y Tres Orientales con la bandera tricolor, al gobierno provisorio y a la asamblea que declara nuestra independencia.
Fue honrada a lo largo del tiempo con distintas coronas, una obsequiada por Manuel Oribe y otra con alhajas de las mujeres orientales.
Declarada Patrona de la República Oriental del Uruguay por el Papa Juan XXIII, fue coronada solemnemente en la Piedra Alta en 1961. El Papa Juan Pablo II la honró en Tres Cruces y peregrinó hasta ella en Florida.
Su Santuario – Catedral, que se levanta ante la Plaza de la Asamblea, está enriquecido con delicadas pinturas que representan el nacimiento de Jesús, Pentecostés y la Asunción y Coronación de María. Se destacan sus puertas de bronce, obra de Belloni.
Origen de la devoción
El origen de esta advocación de la Virgen de los Treinta y Tres está ligado a la gesta libertadora de los próceres Uruguayos. La devoción no tuvo en su origen ningún acontecimiento extraordinario, ninguna señal que va más allá del orden natural de las cosas. Está sí originada en un consenso popular, en un sentido de fe. En efecto, en el primer cuarto del siglo pasado, se había extendido por todo el territorio de la Banda Oriental un ansia de libertad, recogido por José Artigas quien, al encararlo en su ideario, en su acción de caudillo rural y en la primera organización política que dio a estas provincias, se convirtió en el «Protector de los Pueblos Libres». Se pueden señalar tres aspectos de la gesta artiguista, que recogen esta ansia de libertad existente y le da base doctrinaria y organizativa.
- El Éxodo de 1811, donde todo el pueblo, frustrado en sus expectativas de libertad, prefiere dejar sus casas y campos y marchar detrás de su jefe para realizar con él una experiencia de independencia única en América: «ellos se creyeron un pueblo libre, con la soberanía consiguiente», diría Artigas explicando este fenómeno.
- El Congreso de 1913, donde los diputados de cada departamento van a echar las bases de la independencia de estas provincias. Artigas da su célebres «instrucciones» asentando su doctrina de libertad y federación.
- El corto (1815), pero efectivo gobierno de Artigas, que no descuida ningún aspecto importante para la vida libre y digna de un pueblo: reforma agraria, comercio, navegación, instrucción, salud pública, atención religiosa.
El pueblo vivió esa experiencia exaltante que sería truncada por la traición «de los malos españoles y peores americanos», como dirá el mismo Artigas. Artigas se retiró a la patria hermana del Paraguay, donde pasó en el silencio 30 años. Pero sus ideas quedaron.
En 1825 son retomadas en la Cruzada Libertadora, por los Treinta y Tres Orientales. Estos se reúnen en Florida, donde realizan la Asamblea de la Independencia Nacional. En la Piedra Alta, convertida en Altar de la Patria, proclaman, el 25 de agosto, la Declaratoria de la Independencia Nacional. Fue entonces que llevaron ante la pequeña imagen de la Virgen María, que se veneraba en la capilla del pueblo, sus ansias de libertad.
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