XXVI domingo del tiempo ordinario

Mensaje de Monseñor Víctor Hugo Palma, Obispo de la Diócesis de Escuintla

Queridos hermanos e hermanas en el Señor:

Jesucristo «se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz». Este pasaje de la segunda lectura de hoy, nos revela cuál es el gran ideal y misterio de la vida y fecundidad del Señor: cumplir siempre y en todo la voluntad del Padre. Cada impulso de su corazón, de su voluntad y de su cuerpo, no está determinado por los deseos de la naturaleza. No, solamente la voluntad amorosa del Padre lo decide todo. Seguramente, en ciertas oportunidades clama su naturaleza: «Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz», dice Jesús en Getsemaní. Pero esta súplica resulta sobrepasada por las solemnes palabras: «hágase tu voluntad y no la vía». (Mt. 26,39).

En el Evangelio de hoy, en la parábola de los dos hijos, Jesús exige esta actitud suya también de nosotros: que no sólo digamos que sí sino que -sobre todo- hagamos la voluntad del Padre. La verdadera grandeza del hombre está en entregarse, en cada momento, como Cristo a la voluntad del Padre. Es la actitud característica del niño ante el Padre. Nuestra verdadera santidad consiente, por eso, en entregarnos como hijos a Dios-Padre, tal como lo hizo Jesús, en perfecta obediencia a su voluntad.

Este domingo hemos sido convocados por el Santo Padre el Papa Francisco, a orar por el Sínodo de la Familia que se realizará en Roma del 5 al 19 de octubre, quiero proponerles que en todas las misas de este domingo hagamos nuestra esta intención en la Oración de los fieles y que al final de cada Misa, de este domingo, recemos la siguiente oración propuesta por el Papa Francisco:

Oración a la Santa Familia por el Sínodo

Jesús, María y José
en ustedes contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a ustedes, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,
que también nuestras familias sean
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias
episodios de violencia, cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
y de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica.

Amén.

Monseñor Víctor Hugo Palma

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